Si bien amaga con ser un film de terror, esta interesante producción surcoreana deriva en una trama que conjuga el policial con el thriller psicológico como soporte para un drama materno filial.
El nuevo film de Radu Jude construye, a partir de su sátira mordaz, una radiografía social y humana feroz que, igualmente, no deja de exhibir rasgos de sensibilidad en el punto de vista elegido.
El film de Maximiliano A. Villar explicita su carácter de ensayo y, más que un relato, es una exposición de un estado de ánimo frente al desafío de hacer cine.
Una remake entre culposa y canchera, donde solo funcionan algunas secuencias de acción y ningún personaje adquiere una dimensión mínimamente consistente.
En su nueva película, Paul Hernández aprovecha el espacio donde ocurre la historia para bordar climas cercanos al cien de terror, aunque lo discursivo termine ganando.
A esta secuela le cuesta encontrar un rumbo narrativo, aunque funciona en cuanto halla un conflicto central, por más que su historia sea pequeña y relativamente lineal.
La nueva película de Peter Farrelly está lejos de lo mejor de su filmografía y resuelve todo a las apuradas, pero entrega algunos momentos muy divertidos y nos muestra a un John Cena perfecto en su rol.