Cuando muchos apostaban al agotamiento del cine de superhéroes, Marvel parece sacar ases de la manga para mantener el interés y generar cierta expectativa.
Con el género de superhéroes en declive, las casas productoras apuestan a las grandes producciones con personajes icónicos para recuperar el público perdido.
El arranque de la nueva serie de Marvel fue auspicioso, con un grado de violencia superior al de otras producciones de la compañía y con una gran secuencia de acción.
Creada por el guionista de Puente espías, esta producción de Netflix amaga con tener una narración marcada por la ambigüedad de los protagonistas, aunque luego se queda a mitad de camino.
En su cierre, la serie de Marvel apostó por un tono autoconsciente y paródico, aunque el mismo no estuvo tan bien desarrollado desde lo narrativo. Un cierre regular para una serie con vaivenes de calidad.
La serie sigue mejorando a medida que avanza y esta semana lo hizo con un episodio que estuvo cerca del fanservice pero que terminó siendo pertinente en sus guiños.
Una boda es el elemento disruptivo con el que la serie de Marvel rompe con su narración habitual, pero también que le permite retomar la comedia de una forma más efectiva.
La apertura del multiverso posibilitó que Marvel involucrara personajes que se creían perdidos. Pero DC también está explorando estas posibilidades infinitas.