Un claro ejemplo de un momento disruptivo del cine italiano, marcado por parricidios, herencias y suicidios, que empezaba a escribir el acta de defunción del neorrealismo.
Al momento de delinear una sátira política, Stanley Kubrick tampoco podía escapar a la linealidad discursiva, y terminaba dependiendo de la perfección técnica y las improvisaciones de Peter Sellers.
Este film de Godard integra un corpus de películas abiertas hacia el abismo. El momento culminante de un proceso de descomposición, pero sobre todo una hermosa película.
Este film con la fallecida Raquel Welch es un pequeño hito dentro de la ciencia ficción de los sesenta, a partir de un relato que convertía lo insólito en realista, sin necesidad de mostrarse pretenciosa.
En este film, Godard eludía cualquier fidelidad a la literatura de Julio Cortázar para así trabajar con sus ideas centrales y construir una película paradójicamente destructiva.
La primera película de James Bond carecía de la espectacularidad de las entregas posteriores, aunque ya había elementos que permitían intuir las bases de su iconicidad.
Este western dirigido por Don Siegel exhibía una faceta poco habitual en Elvis Presley, que entregaba una actuación casi minimalista en un relato con tonalidades indudablemente trágicas.
Pasolini registra los márgenes, los arrabales de un mundo que va perdiendo su costado más edulcorado. Y se vale de la Magnani, con su fuerza arrebatadora.