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Back to black

Título original: Idem
Origen: Inglaterra
Dirección: Sam Taylor-Johnson
Guión: Matt Greenhalgh
Intérpretes: Marisa Abela, Jack O’Connell, Eddie Marsan, Lesley Manville, Juliet Cowan, Ansu Kabia, Sam Buchanan, Therica Wilson-Readm, Ryan O’Doherty
Fotografía: Polly Morgan
Montaje: Laurence Johnson, Martin Walsh
Música: Nick Cave, Warren Ellis
Duración: 124 minutos
Año: 2024


5 puntos


LA PASIÓN DE AMY

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

Todavía no se han cumplido trece años de su muerte y Amy Winehouse ya tiene biopic. A diferencia de otras producciones sobre leyendas de la música estrenados en los últimos años, como Bohemian Rhapsody: La historia de Freddie Mercury, Elvis, Rocketman o Bob Marley: la leyenda, los acontecimientos que componen Back to black se sienten tan recientes que atentan contra la posibilidad de reconstruir el mito del artista. A eso se le suma la decisión de la directora Sam Taylor-Johnson y el guionista Matt Greenhalgh para convertir a la historia en un drama de romance y adicciones. Poco hay de la pasión de Amy por la música durante las más de dos horas de película.

Aunque las referencias temporales a veces no son claras, Back to black abarca nueve años de la vida de Amy Winehouse (Marisa Abela). Integrante de una familia judía de Londres con un gusto heredado por el jazz, se muestra cómo la joven de 18 años comienza a dar sus primeros pasos en el circuito musical de la capital inglesa. Sin embargo, paulatinamente todo lo relacionado con lo artístico queda en un segundo plano, tanto para Amy como para la historia, por el agravamiento de su alcoholismo y la aparición de quien posteriormente sería su marido, Blake Fielder-Civil (Jack O’Connell). Con algunos altibajos, el resto del relato se centra en el espiral (auto)destructivo que arrasó con Winehouse a partir de la combinación de malas decisiones tomadas por su enfermedad y la constante soledad en la que trascurría sus días.

Como biopic, Back to black se caracteriza principalmente por su prolijidad: es un relato que avanza cronológicamente a través de la vida de Amy Winehouse. Particularmente, esta apuesta tiene dos caras. A partir de su sobriedad, la película evita caer en golpes bajo desde la imagen. Si bien se ven las consecuencias de las adicciones, enfermedades varias y el insalubre estilo de vida en la protagonista, no se muestra en detalle cortes, vómitos por alcoholismo o bulimia, o escenas de consumo de crack o cocaína. Lógicamente, el cuidado sobre la imagen de la artística cobra aún más sentido ante el respaldo de la familia Winehouse a este proyecto. Sin embargo, este resguardo estético termina perjudicando lo narrativo y al personaje.

Sumado a la apuesta por el romance y las adicciones, hay un escaso lugar para la pasión de Amy por la música. Si bien se cuenta su gusto por el jazz, la admiración por su abuela y la estética de los grupos femeninos de jazz y soul de comienzos de los sesenta, la composición y su despliegue en el escenario sólo aparecen como momentos de catarsis o descontrol ante el desenfreno de su vida. “Debo tener experiencias para escribir”, afirma casi al inicio de la película, adelantando que lo artístico, su gran virtud, estará subordinado a la tragedia y la miseria de su vida. A pesar de que ciertos momentos musicales en el film desentonan a partir de la disposición de un montaje típico de videoclip, lo extraño es que los pasajes más cálidos de Back to black trascurren cuando Amy despliega sus capacidades artísticas. Allí se la muestra libre, desenvuelta, alegre, lo más parecido a la felicidad que habrá en el relato. Ya sea cantando Sinatra en el living de la casa de su abuela o ensayando con músicos desconocidos en un bar cerrado, lo poco visto de una Amy artista hace pensar que otra historia, mucho más amable, era posible.

Dentro de este marco, uno de los aspectos más destacables es la interpretación de Marisa Abela. Teniendo en cuenta la vorágine de decadencia y autodestrucción en la que el personaje estaba sumido, la actriz confecciona una Amy humana que disfruta los pocos momentos de paz y felicidad y que no puede enfrentar sus debilidades. Cada vez más dependiente de los abusos y de una relación dañina para ambos, Abela compone a una Winehouse independiente, obstinada, frágil pero orgullosa, que se hace cargo de sus propias decisiones y que nunca termina de explotar para lucirse con un show de su propia miseria. Y en Back to black hay otro gran personaje, quizás el único que genuinamente puede iluminar los días de Amy. La abuela Cynthia (impecable actuación de Lesley Manville) no sólo es la principal influencia para su nieta artista, sino que es la única que, a su manera, pudo entenderla, escucharla y acompañarla. En el cierre Winehouse gana un Grammy, anunciado por un mito del jazz referenciado al inicio de la película. Aquello que podría haber representado un punto de quiebre para ser explotado emotivamente desde la imagen termina siendo insignificante para Taylor-Johnson y Greenhalgh. Otra vez, la pasión de Amy queda opacada por la oscuridad de su trágico camino hacia la muerte.


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