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24 líneas por segundo: El cine argentino como Candyman

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

No veo cine de terror por impresionable, pero creo que es Candyman aquel personaje que aparece cuando es invocado varias veces frente a un espejo, ¿no? Bueno, con el cine argentino pasa algo parecido en el sentido que muchos quieren reafirmarlo repitiendo varias veces su importancia, como si en la prepotencia de la reiteración se impusiera una verdad irrefutable. Entiendo, claro, que es tal la mala intención de algunos medios y comunicadores respecto de los métodos de financiamiento de las películas, que a veces se hace imprescindible tomar una postura un tanto militante. El problema de las militancias es que, mayoritariamente, tienden a manipular los argumentos reservándose para sí un lugar moralmente elevado. Como si la justa defensa de algo habilitara torcer todos los detalles. No me parece y no estoy de acuerdo: no tenemos que decir que el cine argentino es visto y es buenísimo para defenderlo; alcanza con reconocer que la cultura por medio del Estado es un derecho que nos asiste y debemos sostenerlo. Por aquí ya hemos hablado respecto de los problemas del cine nacional y su escasa llegada a un público mayoritario (ver acá) y si quieren un punto de vista más legitimizado, este hilo de Twitter de Fernando Martín Peña es bastante elocuente (ver acá), aunque el punto 7 caiga en cierto partidismo innecesario. Claramente los problemas no son los últimos siete años -cuatro de Macri y digamos tres del Alberto malo, ¿entienden?-, el problema se arrastra de antes pero en el mundillo audiovisual argentino hay una falsa idea de confort de los años previos al macrismo, básicamente porque había guita en circulación y se producía. Las películas tampoco llegaban a más destinos que el Gaumont, era tan difícil como ahora ver cine argentino en el cine, pero a nadie parecía importarle demasiado. Ahora bien, hace unas semanas se conoció que en Suiza se aprobó una tasa a las plataformas para que produzcan contenido local para cine y televisión. “No es La Matanza, viste”, te aclara el kirchnerista irónico para revalidar la situación del cine nacional. Ahora bien, lo que no se subraya es que fue en un referéndum, que hubo un voto de la sociedad que aprobó la moción con un 58% de los sufragios. ¿Nuestro mundillo audiovisual se animaría a someter a plebiscito la decisión de financiar el cine argentino? Digo, conozcamos la opinión del votante de Milei, Macri, Bullrich o López Murphy sobre la importancia de filmar películas. Total, si es por ser irónico y usar chicanas… ¿O mejor seguir resaltando lo necesarios e importantes que somos sin nunca poner a prueba esa verdad que no construimos? Candyman, Candyman, Candyman… También hace unos días el INCAA difundió la prórroga del programa “Jueves estrenos”, donde para resaltar su importancia se ofrecen números de visualización en la plataforma gratuita CineAr.Play. Allí surgen cifras que se trafican como relevantes, pero son en verdad preocupantes, como que por ejemplo el promedio de visualización por película en estos dos años es de 21.800 reproducciones. Un número realmente muy bajo, sobre todo para una plataforma que es gratuita. Si observamos lo que pasa en la taquilla post-pandemia, nos enfrentamos a un panorama realmente difícil: lo que convoca es el cine de gran presupuesto y, en menor medida, la animación. Y son, justo, dos perfiles donde la producción nacional tiene dificultades para llegar. Está claro que el horizonte es difícil y con el negacionismo bueno tampoco alcanza.


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