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Black and blue

Título original: Ídem
Origen: EE.UU. 
Dirección: Deon Taylor
Guión: Peter A. Dowling
Intérpretes: Naomie Harris, Tyrese Gibson, Frank Grillo, Mike Colter, Reid Scott, Beau Knapp, Nafessa Williams, James Moses Black, Lucky Johnson, Deneen Tyler, Michael Papajohn, Nelson Bonilla, Frankie Smith  
Fotografía: Dante Spinotti
Montaje: Matt Evans, Peck Prior 
Música: Geoff Zanelli
Duración: 108 minutos
Año: 2019


4 puntos


LA BAJADA DE LÍNEA IDEOLÓGICA ANTES QUE EL POLICIAL

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

A priori, Black and blue tenía una premisa ligeramente interesante y hasta prometedora: una novata oficial de policía (Naomie Harris) que presencia accidentalmente a un grupo de policías corruptos cometiendo asesinato, viéndose enfrentada tanto a un dilema moral como a una lucha por su propia supervivencia. Pero ya la primera escena –que viene precedida por una secuencia de créditos donde se escucha la canción Welcome to America, de Lecrae- empieza a dejar en claro que todo va a estar pautado por una bajada de línea ideológica no precisamente sutil: vemos a la protagonista trotando por la calle y siendo detenida arbitrariamente por una patrulla de policías que, al descubrir que es una colega, aflojan un poco con la violencia, aunque aclarándole que “encaja con la descripción”. Sería cuando menos ingenuo –o cínico incluso- negar que este tipo de cosas suceden pero lo llamativo es cómo la película remarca toda la cuestión racial con un nivel de trazo grueso bastante alarmante, como si no confiara en la inteligencia del espectador.

Esos minutos iniciales van a ir marcando el tono predominante del film de Deon Taylor, más preocupado por señalar los problemas raciales y de machismo que aquejan a las fuerzas de seguridad de Nueva Orleans que por llevar adelante el núcleo narrativo. Y es una pena, porque el paisaje urbano decadente –repleto de casas, fábricas e instalaciones abandonadas o semiderruidas- que recorre la película acompañando a la protagonista ya dice mucho sobre una comunidad arrasada y dejada de lado por las autoridades. Lo mismo se puede decir de la fisicidad que transmiten en unos cuantos pasajes las actuaciones no solo de Harris, sino también de Frank Grillo como el líder de los policías corruptos.

Pero Black and blue se pretende una película más política que policial, desperdiciando el potencial de una trama donde una mujer se ve en una casi absoluta soledad frente a poderes que la sobrepasan. Y si el film por momentos se permite indagar con algo de sensibilidad en la desesperación de una oficial que es perseguida por la propia institución de la que es parte, lo cierto es que termina construyéndose como una especie de panfleto donde se mezclan muy desordenadamente cuestiones como el racismo, la corrupción, el flagelo de las drogas, la misoginia, la pérdida de valores y hasta el feminismo, con personajes y subtramas que se suman al relato sin mucha más justificación que el poder decir algo “importante”.

De ahí que, previsiblemente, Black and blue termine siendo muchas películas y a la vez ninguna. Si en algunas secuencias amaga con ser un policial con condimentos políticos y morales, donde las acciones importan más que las palabras, al estilo Día de entrenamiento, lo que termina pesando más es una discursividad ideológica bastante banal, que encima hasta subestima al género en el cual se inscribe. Por eso su acumulación de elementos y posicionamientos, en vez de impulsarla, accionan como lastre para su historia, que disuelve sus atractivos en una larga cadena de lugares comunes.

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