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La sirena


Muy Buena


Una mujer interpelando al público

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

la_sirenaDe una mujer sola, que aunque esté en “alegre” compañía, aunque tenga con quien dialogar, está en completa soledad, indefensa, su cuerpo expuesto, frágil, sin capacidad de protegerse. De eso trata La sirena. De una puta en un bar de marineros, obligada a contar una historia para que le den un trago y pueda saciar su sed, y que como no sabe qué contar, como no tiene narraciones a mano, lo único que puede relatar, a modo de dolorosa confesión, son sus propios recuerdos, su vida, aunque eso implique delatarse y hacer referencia a un hecho que la condena, pero que también funciona como desahogo. De eso y unas cuantas cosas más.

Porque en verdad, La sirena es otra declaración de principios de Luis Cano, quien siempre está preguntándose sobre los componentes de la teatralidad y lo teatral más allá del escenario, adentrándose en otros ámbitos, como en El topo y Rinconete y Cortadillo sobre Rinconete y Cortadillo. En esas obras también los protagonistas interpelaban al público, dialogaban de distintas formas con las audiencias, pero en esta nueva creación el contacto es distintiva, por dos razones: en primer lugar, es mucho más directa, el espectador no tiene forma de eludir la interpelación; y en segundo lugar, la que establece la mecánica dialógica es una mujer, y Cano se hace cargo plenamente de esto, explicitando lo genérico como un elemento fundamental dentro del texto y la puesta en escena, y componiendo a la protagonista para que se adapte con fluidez a las virtudes actorales de la intérprete que es Monina Bonelli.

En esto es llamativo cómo los lenguajes que intervienen en La sirena adquieren características que pueden parecer contrapuestas, pero que se unen, se fusionan de manera compleja y atrapante a través de lo narrativo. Hay un solo personaje hablando, sí, pero también un acompañamiento musical de la pianista Ana Foutel, que también hilvana una composición vinculada a lo masculino, o más bien, a lo masculino escondiendo a lo femenino. Se presenta todo en un escenario casi despojado, con apenas el piano y una pequeña construcción circular y elevada por encima del piso, pero lo que se insinúa e irradia es un espacio mucho más poblado y cargado, casi barroco a partir del juego de luces. Y, obviamente, ella, la puta, no está sola y tranquila, no está ejerciendo sus recuerdos en un ámbito confortante, está rodeada, sitiada por esos marineros invisibles pero presentes a través de la mirada femenina.

Los que también la rodeamos, es imposible negarlo, somos los espectadores, con nuestras propias formaciones genéricas. Nosotros también participamos de esa ficción que se va volviendo cada vez más cercana a medida que la protagonista se va desnudando frente a nosotros, no literalmente, porque para eso basta la palabra. La sirena es un texto sobre el poder; el poder de contar historias, de modificarlas a nuestro antojo, pero también de no conseguir, o no querer o animarse a transformarlas, aunque nos terminen llevando a la perdición a través de las verdades que surgen en ellas; y del poder de la mirada, del que contempla activamente aunque sienta que está pasivo, porque cuando no se rompe la pasividad, se entra en otra forma de acción. La sirena es una obra incómoda, dolorosa, que nos muestra a una víctima y nos hace partícipes de su destino. Por eso es también un texto sobre la responsabilidad que viene con el poder que poseemos como público teatral.


Dramaturgia: Luis Cano Actúan: Monina Bonelli Boletería: Julia Helft Músicos: Ana Foutel Vestuario: Rodrigo González Garillo Escenografía: Rodrigo González Garillo Iluminación: Julio Alejandro López Realización escenográfica: Gustavo Di Sarro Realización de vestuario: Patricio Delgado Música original: Ana Foutel Operación de luces: Javier Casielles, Cristian Domini Fotografía: Marcelo Zappoli Pinturas: Margarita López Doufour Diseño gráfico: Lucía Von Behance Asistencia de dirección: Nicolás Capeluto, Lucas Sánchez Prensa: Octavia Gestión Cultural y Comunicación Producción: Lourdes Solé Dolphyn Gestión cultural: Santiago Paciullo, Lucas Plazzotta, María Lucila Quarleri Dirección: Luis Cano Duración: 60 minutos Sala: El Extranjero (Valentín Gómez 3378 – CABA) – Lunes a las 20:30.

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