Una obra que propone un mundo en el que la música y el cuerpo están puestos en primer plano. Ese mundo es sublime y bello, e invita a formar parte de lo desconocido.
La nueva obra de Luis Cano continúa la senda de reflexión del autor sobre las herramientas teatrales. Aquí, la responsabilidad del espectador queda expuesta al máximo.
Luis Cano sigue trabajando las construcciones y convenciones teatrales. Y en este particular monólogo continúa demostrando su sensibilidad e inteligencia.