La serie culminó su primera entrega consolidando su tono trágico, cerrando unos cuantos conflictos y abriendo otros, que afianzan una perspectiva diferente al resto de la franquicia.
Un episodio que amenaza con ser de mera transición, para luego encontrar un rumbo y crecer a medida que pasan los minutos, y con un final definitivamente inquietante.
Un episodio que se sostiene individualmente y a la vez se complementa con el anterior, profundizando los conflictos y manteniendo las expectativas altas de cara al futuro.
Un cierre que quizás dejó demasiados cabos sueltos y que, a pesar de su vértigo, fue escaso en emociones genuinas, por lo que el balance fue un tanto decepcionante.