Coordinador de varios ciclos de cine en la ciudad, y ex programador del MARFICI, descree que exista un cine marplatense. Y piensa que el error es reproducir un sistema industrial de modo amateur.
Docente y crítico, dice que hay que escapar de la mirada indulgente. Y que más allá de la pericia técnica, lo que hace falta es un compromiso emocional con el arte cinematográfico.