Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Aún con algunos desniveles, esta segunda parte de la última temporada de Cobra Kai ha sido sumamente disfrutable. Es como si la serie estuviera en el punto justo donde la autoconsciencia es un trampolín y no una limitación, porque entiende lo que espera el espectador y puede buscar la forma de sorprenderlo. A diferencia de la primera parte, que le costaba un poco encontrar un rumbo narrativo, desde el vamos, esta continuación consigue avanzar a todo galope y sin titubeos. Quizás porque el torneo Sekai Taikai funciona como gran aglutinador y conductor de todos los conflictos, el lugar en el que todas las tensiones se resuelven. Tensiones/conflictos hay muchos: malentendidos amorosos, enfermedades sorpresivas, viajes relámpago de un continente a otro, amistades en crisis, reapariciones deseadas, pero no esperadas. Y las ya clásicas subtramas paterno-filiales, que en verdad constituyen la esencia de Cobra Kai, que en el fondo no es más que una historia de padres e hijos que se hacen cargo de sus roles a las piñas. En esto último es donde la serie se muestra más sólida, a partir de cómo Daniel LaRusso y Johnny Lawrence intentan crear un legado propio, mientras deben lidiar con el de sus maestros, que también han sido sus padres adoptivos, los que realmente les enseñaron todo. Hay una frase de Johnny que resume todo el trayecto de estos cinco episodios (y quizás de todas las temporadas): “LaRusso descubrió que su maestro no era quien pensaba y yo descubrí que el mío es exactamente como yo pensaba”. Es que si Cobra Kai repensó inicialmente el mito de los villanos de Karate Kid, también ha ido poniendo en crisis la mitología de Miyagi-Do. Y lo ha hecho con respeto y a la vez decisión, sin temerle al melodrama, entrecruzándolo con lo telenovelesco, pero sin perder el lazo con la comedia. Sin embargo, es en lo deportivo donde Cobra Kai es claramente única, con secuencias de peleas y competencias que incorporan de manera formal lo grupal y que se conectan con clásicos de los ochenta como El gran dragón blanco y Rocky IV, con antagonistas tan peculiares como aparentemente invencibles. Desde ahí es que crea una lógica interna totalmente disparatada, pero granítica y feliz, a la que igualmente hace implosionar en un combate masivo en el último episodio, que es una versión hiperbólica del final de la segunda temporada. Este cierre, violento y shockeante, deja un sinfín de conflictos abiertos y al público con ganas de más. Ojalá que la tercera y última parte sea una clausura a lo grande, en todo sentido.
-Todos los episodios de Cobra Kai están disponibles en Netflix. En enero, Warner Channel comenzará a emitir la serie. La tercera y última parte se estrenará en Netflix.
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