Por Rodrigo Seijas
ATENCIÓN: SPOILERS
En Homeland se siguen quemando puentes, dinamitando certezas, yendo en contra de previas insinuaciones. Why is this night different? establece una narración a varias puntas, otorgándole a todas ellas similar importancia y brindando en todos los casos elementos de sumo impacto.
Por un lado, tenemos a Saul queriendo derrocar a Assad en Siria, con la intención de poner a un oficial del gobierno, el General Youssef, al que forzarán a ser de los “buenos”. Saul lo hace en contra de los deseos de los israelíes y montando una complicada misión, aprovechando el hecho de que Youssef necesita que operen a su hija del riñón. Lo único verdadero serán los médicos, el resto –como Allison, fingiendo ser una amable recepcionista- todo falso. La orden extorsiva para Youssef es que aproveche la debilidad de Assada para sacarlo del mando y unir a un país que está escapando rápidamente de lo que pueda controlar Estados Unidos. Porque de eso se trata, no de lo que está bien o mal, sino de lo que se pueda controlar, de lo que pueda tener un orden acorde a lo requerido por la CIA.
Por otro lado, está Laura Sutton, la periodista de la fundación During queriendo encontrar la información faltante que fue expuesta por el hacker Numan. Cuando finalmente entable contacto con él, éste se terminará dando cuenta que fue traicionado por su propio amigo, que fue con unos amigos rusos para proveerles la información. Aunque claro, el amigo será a su vez traicionado por los rusos, quienes no tendrán muchos pruritos para liquidarlo y deshacerse de él. Lo que importa es el control, el control de la información, y cómo utilizar ese control. No importan mucho las personas que se crucen en el camino.
Finalmente, Carrie se encontrará al borde de la muerte…pero no, porque Quinn, en vez de cumplir con las órdenes encomendadas, le da todo lo necesario para huir. Claro que para eso deberá fingir su muerte, y deberá hacerlo a todo nivel, lo que implica también que Carrie deba despedirse de su hija a través de una grabación. Será un momento doloroso, complejo en la forma en que expone cómo el deber –o lo que gente como Carrie se impone como deber- choca en determinados momentos con lo afectivo, y cómo esos choques a veces no tienen reparación posible. Carrie intenta, de algún modo, casi inconsciente, reparar esa herida que sabe será eterna en su hija, pero ahí está Quinn, con una de sus frases tan inapelables como memorables –otra más-, para ponerla en su lugar: “no todos están hechos para ser padres”, le dice. Y a otra cosa mariposa.
Why is this night different? es un capítulo primariamente de intriga, de hechos y ambiciones ocultas, de tensiones que finalmente estallan en los últimos cinco minutos. No sólo con la muerte del amigo a manos de los rusos, sino también con un tiroteo donde Quinn es herido, una llamada telefónica realizada por Carrie atendida por Allison (oh oh, pero miren quién anda detrás de los intentos por asesinarla) y el estallido del avión donde se estaba volviendo Youssef a Siria, lo cual no sólo arruina los planes de Saul, sino que también pone sobre la mesa el enigma sobre quién estuvo detrás de la explosión. Que el último plano del capítulo sea el rostro casi impertérrito de Allison quizán provea algunas respuestas, aunque hay algunas preguntas más: ¿Qué buscan los rusos? ¿Cuál era la información faltante que habían hackeado? ¿Por qué la quieren muerta a Carrie? ¿Por qué intentaron también deshacerse de Quinn? Homeland recurre a su táctica usual: seguir acumulando interrogantes en vez de posibles respuestas. Y esa táctica le sigue dando un enorme resultado.