El film de Bill Condon tiene una primera mitad interesante a partir de cómo combina la oscuridad con lo lúdico, pero se va derrumbando a medida que se va poniendo más serio y sentencioso.
James Gray aborda un relato de aventuras con elementos clásicos, pero a la vez sin perder de vista el costado más autoral que el género obtuvo de realizadores como Werner Herzog.
Un thriller de acción que acumula demasiados elementos sin una conjunción sólida, con lo que su relato descarrila sin remedio. Anthony Hopkins y Ben Kingsley están pésimos.