Luego de una primera hora notable, la película de Arkasha Stevenson cae en todos los lugares comunes del terror del presente y nos evita la gran película que prometía.
Adam Wingard construye la más imaginativa de la saga de películas con los dos grandes titanes. Un film que es pura invención y, también, diversión desaforada.
El nuevo film de Nicolás Gil Lavedra ratifica el tono moderado que suele manejar el director, lo cual le permite escapar al dramón recargado que podía tener la historia.
Si bien amaga con ser un film de terror, esta interesante producción surcoreana deriva en una trama que conjuga el policial con el thriller psicológico como soporte para un drama materno filial.
El nuevo film de Radu Jude construye, a partir de su sátira mordaz, una radiografía social y humana feroz que, igualmente, no deja de exhibir rasgos de sensibilidad en el punto de vista elegido.
El film de Maximiliano A. Villar explicita su carácter de ensayo y, más que un relato, es una exposición de un estado de ánimo frente al desafío de hacer cine.
Una remake entre culposa y canchera, donde solo funcionan algunas secuencias de acción y ningún personaje adquiere una dimensión mínimamente consistente.
En su nueva película, Paul Hernández aprovecha el espacio donde ocurre la historia para bordar climas cercanos al cien de terror, aunque lo discursivo termine ganando.