Un hecho real que sirve como trampolín para indagar en la historia de amor entre dos ancianos a los que Michael Caine y Glenda Jackson les aportan toda su honestidad y nobleza.
Los directores de Loving Vincent entregan otro film donde prevalece el regodeo formal y un sentido de importancia algo pedante, más allá de algunos logros narrativos y estéticos.
Este film francés no es necesariamente malo, pero a su trama genérica no le suma elemento alguno que le dé un plus por encima de su aceptable producción.
Sydney Sweeney le pone el cuerpo, en casi todo sentido, a un film de terror que, por más que tiene una primera mitad bastante decente, termina solo apelando a golpes de efecto bastante huecos.
La nueva integrante de la histórica franquicia es una película de una energía arrolladora, que sólo se detiene en un final anticlimático que no está a la altura.