Título original: Bad Boys: Ride or Die
Origen: EE.UU.
Dirección: Adil El Arbi, Bilall Fallah
Guión: Chris Bremner, Will Beall
Intérpretes: Will Smith, Martin Lawrence, Vanessa Hudgens, Alexander Ludwig, Paola Núñez, Eric Dane, Ioan Gruffudd, Jacob Scipio, Melanie Liburd, Tasha Smith, Rhea Seehorn, Tiffany Haddish, Joe Pantoliano, DJ Khaled, John Salley, Bianca Bethune, Derek Russo, Levy Tran, Jay DeVon Johnson, Steven Sean Garland
Fotografía: Robrecht Heyvaert
Montaje: Asaf Eisenberg, Dan Lebental
Música: Lorne Balfe
Duración: 115 minutos
Año: 2024
5 puntos
¡MAIAMEEEE!
Por Mex Faliero
Los primeros minutos de Bad Boys: hasta la muerte son un cachivache. También son lo mejor. No porque estén cargados de decisiones cinematográficas de alto nivel, sino porque parecen continuar y profundizar el espíritu prosaico de la entrega anterior. En este arranque, los directores Adil El Arbi y Bilall Fallah proponen un juego metafísico cercano, desde la estética, al cine de superhéroes para poner en escena un paro cardíaco y un viaje a una suerte de paraíso donde le dicen al personaje de Martin Lawrence que todavía no es su momento. Todo esto, entre situaciones de comedia atolondrada, una sucesión de planos sin sentido (que incluye uno desde adentro de un reloj) y un conflicto que se tarda como media hora en hacerse presente. La idea de un film absolutamente libre, casi anárquico, no es promesa de gran película por defecto, pero sí de una que parece no tomarse nada demasiado en serio y que se anima a llevar a su espectador potencial por un camino de locura inclasificable. Pero son promesas que se quedan ahí.
Bad Boys es una saga que nació en 1995, fue un éxito inesperado y sirvió de trampolín no sólo para la carrera de Will Smith como héroe de acción sino para Michael Bay como director. La segunda -también con Bay detrás de cámaras- llegó en 2003 y la tercera -ya con El Arbi y Fallah- arribó a las salas recién en 2020. Aquella tercera se despegaba bastante del humor conservador de las dos primeras entregas y ofrecía a cambio algunas secuencias de acción bien filmadas, lejanas al espíritu epiléptico de Bay, pero donde hacía el giro que lograba nuestro interés era en una subtrama con elementos familiares que tenía el espíritu de las telenovelas y la volvían berreta en ese punto exacto en que no terminaba de caer a la vergüenza ajena. El arranque de Bad Boys: hasta la muerte, por lo tanto, convoca los recuerdos de aquella película. Pero es apenas una ilusión, porque luego de eso esta cuarta entrega se convierte en una más de Bad Boys, es decir una buddy movie esporádicamente divertida.
Lo primero que vemos en la película es un primer plano de un cartel que dice Miami. Por lo tanto, estimado lector, todo lo que usted imagina desde el prejuicio sobre Miami es lo que Hasta la muerte vendrá a representar con una emoción digna de mejores causas. Un poco como la saga de Rápidos y furiosos, y no deja de ser curioso cómo en este regreso Bad Boys termina reconociéndose en la muy posterior franquicia protagonizada por Vin Diesesl, la acción da paso a una idea de familia que es lo que viene a sostener a los protagonistas. Pero lamentablemente El Arbi y Fallah no tienen aquí mucho más para ofrecer que algunos sinsentidos divertidos en una trama que apuesta por una investigación interna para descubrir a unos agentes corruptos, que adivinamos en dos planos. Y, claro, nos preguntamos qué hace una gran actriz como Rhea Seehorn involucrada en esto. Una película descartable, sólo sostenida por la química entre Smith y Lawrence que, parece, se divierten haciendo esto.