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La primera profecía

Título original: The First Omen
Origen: EE.UU. / Italia / Inglaterra / Canadá / Serbia
Dirección: Arkasha Stevenson
Guión: Tim Smith, Arkasha Stevenson, Keith Thomas, sobre los personajes creados por David Seltzer
Intérpretes: Nell Tiger Free, Ralph Ineson, Sonia Braga, Tawfeek Barhom, Maria Caballero, Charles Dance, Bill Nighy, Nicole Sorace, Ishtar Currie-Wilson, Andrea Arcangeli, Guido Quaglione, Dora Romano
Fotografía: Aaron Morton
Montaje: Amy E. Duddleston, Bob Murawski
Música: Mark Korven
Duración: 120 minutos
Año: 2024


6 puntos


FALSAS ESPERANZAS

Por Marcos Ojea

(@OjeaMarcos)

Presentada como una precuela de La profecía (Richard Donner, 1976), la película de Arkasha Stevenson se ubica cinco años antes de lo ocurrido en aquel film. Estamos en 1971, en Roma, a donde arriba una joven norteamericana con el propósito de convertirse en monja. Margaret (Nell Tiger Free) decide tomar los votos después de una infancia problemática en el orfanato, donde sólo encontró una guía en la figura del padre Lawrence (Bill Nighy). Es él quien la insta a dedicarse al servicio de Dios, y quien la presenta a sus compañeras en el convento, un grupo de monjas comandadas por la hermana Silvia (Sonia Braga), que desde el vamos parecen esconder algo. Movida por su sentido del deber, Margaret intentará proteger a Carlita (Nicole Sorace), una de las niñas que viven allí, a la que suelen mantener encerrada por sus conductas violentas. Todo se complica cuando el padre Brennan (Ralph Ineson), un cura excomulgado, se acerca a la protagonista con información sobre la posible identidad de la niña; el núcleo de un plan urdido por la iglesia (la “otra” iglesia) para traer al Anticristo a este mundo.

Durante su primera mitad, La primera profecía es excepcional, lejos de lo que suele verse en el terror contemporáneo. Un entendimiento del género que recupera la estética y los procedimientos de la época en que se sitúa la acción, antes de la explosión pop de los 80. La directora, mediante una puesta en escena donde abundan los planos largos y los fundidos, construye una narración que es puro clima y tensión in crescendo. No hay jumpscares ni sustos fáciles; por el contrario, el horror se va gestando en los detalles, en los puntos ciegos del convento, en los rostros de las monjas. No se muestra a la bestia, sino que, como en las grandes historias de miedo, se la sugiere, manteniendo la verdad terrible en las sombras. A pesar de que el espectador sabe en qué va a desembocar todo el asunto, la primera hora se sostiene de manera autónoma, apenas con algunos guiños al material original (el sacerdote atravesado por un caño, la mujer colgada reventando una ventana). Las actuaciones son sobrias, ajustadas a la voluntad de Stevenson por dar forma a un terror acompasado, espeso, pero también capaz de crispar los nervios. Basta con asistir a la secuencia que, con un montaje paralelo, conjuga un descubrimiento de Margaret con la toma de hábitos de otra joven novicia, convirtiendo la ceremonia en una experiencia asfixiante.

Porque la vida se empeña en defraudarnos y negarnos obras maestras, en su segunda hora la película cede a varios vicios del cine actual. Merced de algunas revelaciones, el relato se rinde a las explicaciones, no sólo verbales sino también visuales. Lo que antes se insinuaba, ahora se exhibe; nada queda librado a la imaginación, ese lugar donde crecen los horrores. Como si de repente empezaran a sonar alarmas con las consignas “estamos en 2024” y “hay que facturar”, el último tramo subraya un discurso que hasta entonces funcionaba de manera orgánica, con una protagonista enfrentándose a una institución de hombres (y mujeres) diabólicos. Además, busca sentar las bases para una saga, abriendo una línea argumental que choca con la película original, a la que de todos modos busca afiliarse. Más allá de esto, lo peor se da con el cambio de registro, que abandona la construcción de climas en favor de un terror más directo, digerible y sin riesgos. No es malo, pero sí bastante parecido a lo que podemos ver en cualquier producción con un piso de calidad más o menos decente. Ojalá pudiéramos quedarnos con la primera hora, por ahí un poquito más, y decir que vimos una de las grandes películas de terror del año. Casi, estuvo cerca, nos ilusionamos, pero no.


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