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Homicidio: la vida en las calles – 7 temporadas

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

En los noventa, cuando todavía el cable no se había convertido en un gran vehículo para muchos creadores y ni se avizoraba la llegada de las plataformas de streaming, las series dramáticas estadounidenses de referencia para el público y la crítica estaban en la televisión abierta. Las producciones que eran fenómenos de público y se llevaban casi todos los premios eran títulos como ER Emergencias, La ley y el orden, Los practicantes, Policía de Nueva York y, en menor medida, Los expedientes secretos X. En ese contexto es que se emitió Homicidio: la vida en las calles, que nunca fue un éxito con las audiencias (de hecho, era vista como la hermana menor de La ley y el orden, que también se veía en la NBC), aunque se las arregló para durar siete temporadas, un pequeño milagro. Creada por Paul Attanasio (guionista de Quiz show-el dilema) y producida por Barry Levinson (quien cinco años atrás había ganado el Oscar por Rain man y acá también dirigió el piloto, que ganó el Emmy a la mejor dirección), estaba basada en un libro de crónicas escritas por el periodista David Simon. Este último nombre es clave, porque estamos hablando del futuro creador de The wire, que está considerada por muchos como la mejor serie dramática de la historia, y lo cierto es que hay unos cuantos elementos en Homicidio: la vida en las calles que luego se replicarían en la producción de HBO. Empezando por la ciudad donde transcurren los eventos: Baltimore, un núcleo urbano considerado secundario dentro de la geografía estadounidense, pero que posee un montón de particularidades que la distinguen. Ese era probablemente el primer gran diferencial de la serie, que seguía las acciones de la unidad de homicidios y su abordaje de distintos casos. Nada muy renovador, excepto porque las narraciones se encargaban de colocar en el mismo nivel a las investigaciones y a las vidas de los protagonistas, que eran un conjunto variopinto de seres absolutamente imperfectos. Incluso había capítulos que se permitían indagar en los tiempos muertos y/o las obsesiones de los personajes (como Smoke gets in your eyes, donde los detectives discuten sobre las implicancias de dejar de fumar), hasta alejarse de lo meramente policial y adentrarse en la comedia. Llamativamente, Homicidio: la vida en las calles podía ser muy divertida, en buena medida apoyándose en el humor negro, el absurdo y la ironía. En esto último, el que más sobresalía era el Detective Frank Pembleton, interpretado magistralmente por el recientemente fallecido Andre Braugher: considerado por varios -especialmente él mismo- como el mejor investigador del escuadrón, era tan brillante como ególatra, además de hiriente y sarcástico a niveles por momentos extremos. Por ejemplo, cuando su joven compañero, Tim Bayliss (Kyle Secor) lo cuestiona, diciéndole “nunca decís por favor, nunca decís gracias”, a lo cual Pembleton le contesta “por favor, no seas idiota, gracias”. Pero no solo estaba él, sino también una galería de trabajadores policíacos -porque esta no dejaba de ser una serie de laburantes- interpretada por nombres como Melissa Leo, Clark Johnson, Daniel Baldwin, Yaphet Kotto, Jon Polito, Richard Belzer, Reed Diamond, Ned Beatty, Michelle Forbes, Giancarlo Esposito y Callie Thorne, que a lo largo de los años entregaron tramas y subtramas por momentos memorables. Y que, en algunos casos, alcanzaron niveles de dramatismo conmovedores, como en los episodios Three men and Adena (que ganó el Emmy al mejor guión), que transcurre casi en su totalidad en la sala de interrogatorios; o Crosetti, que es un ejemplo estupendo de cómo abordar temas complejos como el suicidio y la pérdida. O que, asimismo, supieron construir grandes pasajes de tensión desde la puesta en escena, como las dos partes de Hostage y The subway. Con apariciones estelares de estrellas como Steve Buscemi, Robin Williams, James Earl Jones, Bruce Campbell, John Waters, Marcia Gay Harden, Chris Rock, Charles S. Dutton, David Morse, Elijah Wood, Rosanna Arquette, Alfree Woodard, Charles Durning y Vincent D´Onofrio, además de colaboraciones de realizadores como Peter Medak, John McNaughton, Ted Demme, Kathryn Bigelow, Timothy Van Patten, Peter Weller, Lisa Cholodenko y Martin Campbell, Homicidio: la vida en las calles se las arregló para ser una de esas creaciones de culto, de esas que generan un seguimiento casi obsesivo. Y que, a la vez, silenciosamente, cimentan trazos culturales tan sutiles como relevantes. No es tan arriesgado pensar que esta serie es fundamental para entender el surgimiento de la era dorada televisiva de la década siguiente. Al fin y al cabo, aquí es donde empezamos a entender a Baltimore y sus dinámicas sociales, políticas y discursivas. Y donde empezó a hacerse notar Braugher, un gran profesional de la actuación, capaz de transitar por toda clase de géneros, pero que con Pembleton halló a un gran personaje, de esos que quedan impresos en las memorias de las audiencias.

-Las siete temporadas de Homicidio: la vida en las calles se emitieron por la señal USA Network.  

 

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