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Recapitulación de The Mandalorian: The return (final de temporada)

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Apenas estuvo en Disney+, el final de temporada de The Mandalorian generó un nivel de polémica (no solo entre los espectadores, sino también entre los críticos) un tanto excesivo. Para utilizar un término un tanto coloquial, ni muy muy, ni tan tan. Lo cierto es que The return, con Rick Famuyiwa nuevamente a cargo de la dirección y Jon Favreau (como toda la temporada) en el guión, funciona con bastante eficacia por separado. Es, de hecho, un buen ejemplo de cómo resolver una gran cantidad de conflictos a la vez sin dar muchas vueltas, con precisión y síntesis -debería verlo Peter Jackson-, que toma lecciones de la trilogía inicial de Star Wars. En apenas media hora, hay un despliegue de espacios y subtramas que van en paralelo, a una velocidad vertiginosa: Din Djarin escapando de los soldados de asalto que lo tenían prisionero y emprendiendo un recorrido para desbaratar los planes de Moff Gideon, que incluye a sus clones; Bo-Katan reagrupando a sus fuerzas y retomando un ataque contra la base imperial instalada en Mandalore, con la Armera sumándose a la lucha; Axe Woves alertando a sus compatriotas y manteniendo en combate a la nave principal; y Gideon buscando concretar sus ambiciones, que en un punto lo hacen posicionarse casi como una reversión de Darth Vader. De ahí que el episodio posea un nivel de tensión considerable, que explota con una lucha final que por momentos se divide en dos y en la que participan Din Djarin, Bo-Katan, Gideon y Grogu, este último con un puñado de intervenciones notables. Finalmente, el triunfo es para las fuerzas mandalorianas, que recuperan su planeta y se presume que Gideon ha muerto, aunque con esos personajes casi nada es seguro. Luego quedan las instancias celebratorias, con Din Djarin adoptando como hijo a Grogu -ahora bautizado como un mandaloriano más-, empezando a trabajar como cazador de recompensas (no oficial) para la Nueva República y con una residencia permanente en Nevarro. Esos minutos plagados de acontecimientos que se precipitan de forma definitiva son los que han generado una cantidad importante de críticas, porque hay cuestiones entre mitológicas y temáticas que se resuelven un tanto a las apuradas. Respecto a esto, creo que hay un sector de la crítica -especialmente la estadounidense- que es demasiado fanática, o que necesita congraciarse con el fandom, que ha perdido buena parte de su objetividad y cae en un purismo inconducente. Sinceramente, a veces dan ganas de preguntarles qué es lo que quieren exactamente de The Mandalorian y qué decisiones narrativas habrían tomado, porque da la impresión de que se las saben todas. Convengamos, sí, que, cuando se analiza el conjunto, en esta temporada la serie ha perdido un poco de su esencia, más ligada al western, para volcarse a una aventura espacial -mucho más ligada al universo creado por George Lucas- que por momentos la excede. También que esa voluntad por incorporar subtramas y personajes que han desdibujado a Din Djarin y su conflicto central. Asimismo, podemos agregar que Favreau se ha preocupado por indagar en la historia mandaloriana y trabajar en cuestiones sociales y políticas, al precio de incurrir en algunos giros narrativos no del todo coherentes. Pero en muchos pasajes The Mandalorian supo mantener la sabiduría y sobriedad en la puesta en escena, y el plano final de The return es una buena muestra de ello: hay en Din Djarin, sentado en la puerta de su casa y contemplando los juegos de Grogu, la consciencia del deber cumplido, además de una vuelta estética a los terrenos más propios del western. Quizás también sea ese el retorno al cual se refiere el título del capítulo.


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