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Love, death + robots – Temporada 1

Por Cristian Ariel Mangini

(@cristian_mangi)

En el campo de la animación para adultos, Netflix dio uno de sus puntapiés iniciales con esta jugada propuesta de Tim Miller y David Fincher entre los nombres más importantes. El de Fincher es en particular importante porque tenía en carpeta hacer una remake de Heavy Metal, ese clásico ochentoso de culto de la animación y la ciencia ficción desde hacía un tiempo largo sin suerte. Love, death + robots es el germen de ese interés por una remake espiritual del film de 1981, una serie de cortos con un eje temático en torno a la ciencia ficción, con un amplio abanico de géneros y técnicas en torno a la animación. La propuesta es irregular cuando se la piensa en conjunto, ya que como antología algunos episodios parecen estar fuera de lugar y la calidad narrativa a menudo no está a la altura de la calidad de la animación. Otros episodios ingresan en el polémico territorio en el que han entrado hace varios años films como Final Fantasy: The spirits within, el famoso «uncanny valley». En síntesis, indica que la similitud de un robot o figura animada con el ser humano puede generar repulsión cuando el detallle aparece tan marcado. En Love, death + robots esto resulta notable -y un tanto perturbador- en el interesante Beyond the Aquila Rift (León Bérelle, Dominique Boidín, Remi Kozyra, Maxime Luere) y el mediocre Shapeshifters (Gabriele Pennacchioli). A pesar del tono solemne de algunos relatos que se acercan al tono existencial de Isaac Asimov, la propuesta tiene en su conjunto más en común con las antologías de Ray Bradbury por su ocasional acercamiento a la comedia y la mirada irónica de cortos como Three Robots (Philippe Gelatt), When the yogurt takes over (Victor Maldonado y Alfredo Torres) o Ice Age (Tim Miller). El horror suele ser subterráneo pero aparece de forma genuina y contundente en el mencionado Beyond the Aquila Rift o el excelente juego de cajas chinas de The  witness (Alberto Mielgo); hay una conexión temática con el género en Sucker of souls (Owen Sullivan) pero su ejecución es más llana y poco interesante, dejándonos apenas unas secuencias de acción. De acción y aventuras encontramos mejores referentes en cortos que construyen un mundo y personajes icónicos en muy poco tiempo, casi sirviendo de puntapié para series animadas que jamás se hicieron -pero quién sabe-, como es el caso de Lucky 13 (Jerome Chen) o Blindspot (Vitaliy Shushko). Quizás esta propuesta de Netflix que ya tiene confirmada una segunda temporada no sea regular en su conjunto, pero el riesgo visual y el tono alegórico de algunos de sus relatos merece el visionado.

-La primera temporada de Love, death + robots está disponible en Netflix.

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