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Vuelven

Título original: Idem
Origen: México
Dirección: Issa López
Guión: Issa López
Intérpretes: Paola Lara, Juan Ramón López, Ianis Guerrero, Rodrigo Cortés, Hanssel Casillas, Nery Arredondo, Tenoch Huerta
Fotografía: Juan Jose Saravia
Montaje: Joaquim Martí
Música: Vince Pope
Duración: 83 minutos
Año: 2017


8 puntos


EL FIN DE LA INFANCIA

Por Cristian Ariel Mangini

(@cristian_mangi)

Vuelven (o su nombre más poético y contundente Los tigres no tienen miedo) de Issa López, que con esta película hizo un giro de 360 grados en su carrera, resulta uno de los films más vibrantes del cine mexicano en los últimos tiempos. Hay en su economía visual una energía creativa que mantiene la tensión sobre un relato que demuestra la sensibilidad de López para meterse en un terreno cenagoso con éxito. Inevitablemente asociada al cine de Guillermo del Toro, que supo con destreza enmarcar relatos donde se difuminan los bordes de la realidad y la fantasía, y también influenciada por la tradición literaria del realismo mágico latinoamericano, el film de López logra sin embargo mostrar una identidad que hace de Vuelven una joya que aprovecha al máximo sus 83 minutos. Sobrevuela sobre su relato un halo de misterio que termina volcando ese extrañamiento en un combo de violencia y tristeza que, sin embargo, no pierde la magia y la inocencia de sus protagonistas.

El preámbulo del film hace uso del fuera de cuadro de forma magistral, porque ilustra el espíritu de desconcierto ante la violencia que atraviesa a Vuelven. Vemos a Estrella (Paola Lara) en una clase, narrando la pauta de un ejercicio, cuando una violenta incursión lleva a que la maestra indique que los niños se arrojen al suelo para salvar sus vidas. El pánico en sus ojos mientras construye el relato que le han dado como tarea y la maestra tratando de dar tranquilidad es un momento que permanece en la retina porque se extiende a toda la película: la fantasía no es un escape, a modo de Narnia, sino que convive como un pequeño bálsamo ante el horror. A Estrella se le conceden tres deseos en forma de tizas para que pueda convivir con el espanto en el que vive, mientras nota la ausencia de su madre y desea su retorno. Pero su retorno ocurre como un fantasma que la sigue a todas partes, provocando el horror de la protagonista al entender que su madre está muerta, decidiendo escapar para vivir en la calle junto a otros cuatro niños que han sido despojados de sus hogares por los violentos enfrentamientos de narcos. Sin embargo, la voz de los muertos que se ha llevado la violencia continuará siguiendo a la protagonista, mientras una pandilla busca desesperadamente un celular que tiene el líder de la pandilla de niños, El Shine (Juan Ramón López), con información incriminatoria.

La cámara en mano se desplaza sin respiro a través de los desolados barrios de la ciudad. Esto le da a la narración un ritmo vertiginoso y de inminente peligro; cuando permanece estática se ve interrumpida por un escenario pesadillesco que corresponde a las visiones del horror que persiguen a Estrella. Esto hace mucho más precioso a los escasos momentos de calma en la interacción entre la pandilla, en particular el vínculo entre Estrella y El Shine. Este ritmo e inestabilidad que tiene el film está sujeto al desamparo que viven los protagonistas y recuerda por momentos a la puesta en escena verité y documental que tienen films como Vivir al límite (2008, Kathryn Bigelow) o Sector 9 (2009, Neill Blomkamp), alejándola en este aspecto del cine de del Toro. Sin embargo, el tono de cuento infantil y la irrupción de lo fantástico (que se va descubriendo con una misteriosa ambigüedad) en el porvenir de los personajes, así como el tono trágico que encubre la narración, la sitúa en el terreno del director de El espinazo del diablo (2001) o El laberinto del fauno (2006). El vacío institucional, la carencia de respuestas y la violencia como un motor brutal que solo deja a su paso más desamparo y muerte la pone en la línea de films de denuncia como Los olvidados (1950, Luis Buñuel).

Sensible y con una sorprendente intensidad que apela al horror pero también a las emociones con una notable volubilidad, Vuelven es un valioso film que hace del universo infantil el motor para contar una historia y mantenerse inteligentemente en los márgenes del género, algo semejante a la memorable 7 cajas (2012, Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori), sin abandonar en el proceso la denuncia.

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