No estás en la home
Funcinema

Tiempo de revancha (1981)



CLIMA DE ÉPOCA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

En plena dictadura, Adolfo Aristarain se dio el lujo (o más bien se atrevió, tirándose a una pileta en la que muy fácilmente podía no haber agua) de filmar su emblemática trilogía policial: arrancó en 1978 con La parte del león, siguió en 1981 con Tiempo de revancha y culminó en 1982 con Últimos días de la víctima. Es una discusión obviamente abierta, pero la segunda sea posiblemente la más emblemática y representativa de la apuesta del realizador, además de la más lograda.

Lo que buscaba Aristarain –y logró con creces- fue reflejar un clima de época, las atmósferas y convenciones que se imponían desde preceptos institucionales y culturales, hasta condicionar conductas, acciones y posicionamientos individuales. En el caso de Tiempo de revancha, a partir de la historia de Pedro Bengoa (Federico Luppi) un ex sindicalista que, previa limpieza de sus antecedentes, entra a trabajar en una empresa minera, donde se reencuentra con un ex compañero (Ulises Dumont) que le propone simular un accidente y hacerse pasar por mudo para cobrar una indemnización. Claro que esa simulación sale mal, el accidente deriva en tragedia y lo que sigue es una creciente presión sobre Bengoa por parte del poder empresarial, en un juego de gato y ratón donde se dan la mano el policial con lo político.

Es que al fin y al cabo, Aristarain, astuto e inteligente, se cuidaba de mencionar palabras como “dictadura”, pero no dejaba de hablar sobre lo que estaba pasando en ese aquí y ahora de finales de los setenta y principios de los ochenta en lo que el Proceso reorganizaba la Nación con maneras brutales y horrorosas, afectando todos los aspectos de la vida cotidiana. El realizador contaba con un factor a favor, que era la ignorancia y estupidez de los militares a la hora de analizar piezas culturales, pero también demostraba una enorme sapiencia para traficar discursos: el imaginario dictatorial estaba ahí, latente y hasta explícito (el Falcon que sigue obsesivamente a Bengoa), aunque Aristarain lo simulaba dentro del género policial, en un relato marcado por el engaño, el individualismo, la paranoia y lo opresivo, que incluso aportaba una capa extra de simulacro en su impactante final, que podía interpretarse de múltiples formas.

Los policiales de Aristarain tuvieron algunos herederos en años posteriores: por ejemplo, hacia finales de los noventa, Adrián Caetano en Pizza, birra, faso supo mostrar crudamente a los sectores que quedaban relegados por el modelo menemista; y Fabián Bielinsky en Nueve reinas inauguraba el nuevo milenio anticipando las estafas bancarias que vendrían con la caída de De la Rúa. Sin embargo, es difícil detectar un cine argentino que represente las virtudes o miserias de la etapa kirchnerista y menos aún del presente macrista. A lo sumo tenemos una obra aislada como El otro hermano –no tan casualmente también dirigida por Caetano-, con su retrato de un Estado corrompido y con relaciones promiscuas con los ciudadanos a los que debería proteger. Lo que prevalece es un cine nacional más preocupado por ganar prestigio en los circuitos festivaleros o volver, una y otra vez, a los fantasmas del Proceso, con la comodidad que implica la distancia que otorgan más de tres décadas de democracia: ahí tenemos a las tibias y facilistas películas que son Rojo, La patota y El clan. Quizás una parte de este panorama actual se explique por los problemáticos lazos entre los sujetos y las instituciones del poder político: ahora ya no parece haber inteligencia, energía y atrevimiento para construir ficciones sobre el presente, porque es mucho más fácil mandar gacetillas protestando por las políticas del INCAA o hacer comentarios obvios en las redes sociales. Si una película como Tiempo de revancha mostraba a un individuo imperfecto luchando como podía contra un poder avasallante, la actualidad del cine argentino se muestra totalmente cómoda y domesticada en sus lazos con los poderes políticos y económicos.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.