El film de Héctor Olivera, más que un conflicto, presenta un conjunto de situaciones e imágenes impactantes que buscaban reflejar lo que había sido el peronismo en los setenta.
La película de Adolfo Aristarain funciona a la perfección como retrato de climas, atmósferas, códigos de conducta y vínculos de poder que delineaban un presente horroroso.