Muy Buena
EL PLACER DE ARRIESGARSE
Por Juan Cruz Bergondi
Hace tiempo que algunas certezas empezaron a cuestionarse, como el antes indiscutible valor de la prepotencia del trabajo, que ubicaba a Buenos Aires, por su profusión de obras, entre lo mejor de esta disciplina a nivel mundial. Pero hay algunas otras que no generan controversia: tal es el caso del teatro de Javier Daulte, que desde hace ya varios años es una parada obligatoria del circuito de la ciudad. La razón de que algunos artistas sigan haciendo ruido cuando ya pasó tiempo desde que sus trabajos llamaron la atención está a la vista. Si en más de una ocasión el sistema ensalza lo efímero o celebra etiquetas tan publicitarias como vacías -lo joven, lo primero, lo experimental-, lo que persiste, sin embargo, tiene raíz, el tronco fuerte y además da flores. A Javier Daulte lo caracteriza la prepotencia del trabajo y la profusión, pero también una gran apuesta por la calidad y un rumbo que por suerte no se deja llevar por las modas. Siniestra, su última obra, es, entre otras cosas, una nueva muestra de un gusto genuino por la narración, los géneros y los actores.
Por empezar, se trata de un díptico -formato no tan común, importado de la antigüedad de las artes plásticas. Se trata de dos obras breves, sí, pero no de microteatro. La diferencia estriba en que la lectura de una precisa de manera obligatoria la lectura de la otra: en la totalidad está el sentido. Una misma preocupación -la pérdida, y el dolor y la desesperación que ésta trae consigo- y un mismo tono -la ciencia ficción, que en su anterior trabajo, Clarividentes, ya había dado frutos- son quizá las claves de unión. En la primera parte, un matrimonio en crisis busca llenar el pozo donde se ha caído; en la segunda, dos hermanos aferrados a una balsa insisten ridículos en la repetición, única forma de convertir el miedo en fe. Todo atravesado por fantasmas, rencores, virtualidad y psicoanálisis: tanto Edipo como la concepción que Freud ensayó sobre lo siniestro están invitados a la función. En el momento en que la ciencia se presenta como umbral, a la manera de Black Mirror, la serie sobre tecnología de Netflix, la intuición más fuerte es que nada puede salvarnos de nuestra propia destrucción: la invención del espejo trajo, en lugar de conciencia sobre la belleza, ansiedad por la mirada; el teléfono no calmó la angustia de saberse lejos, en soledad.
Nadie duda a estas alturas de la capacidad que tiene el director para dirigir a los actores de los que se rodea para elegir desafíos. Así como tampoco nadie puede dudar de que los diálogos vayan a ser precisos. Lo familiar de pronto se vuelve extraño. En el desajuste, uno advierte no sólo que las cosas están fuera de lugar: lo que nos rodea adquiere, a la luz de unos ojos nuevos, verdadera dimensión. Quién, en todo caso, estableció las reglas desde donde se construyen nuestras relaciones. Una cosa es segura para Javier Daulte: la infancia es el repositorio de nuestros deseos. No es de extrañar que el teatro muchas veces sea una realidad para los niños. Bien puede nuestra primera habitación ser el primer escenario como bien pueden ser los pasos de Travolta nuestra primera actuación y la familia los espectadores de siempre. Siniestra demuestra que con pocos actores y una sencilla escenografía el teatro alternativo tiene un por qué: desandar caminos que los demás no transitan por más que la ruta sea una vuelta a la mejor ficción -tan denostada de un tiempo a esta parte-. Y, por si acaso, da una lección a los que se dedican al quehacer teatral por estos lares: lo importante no es la novedad, sino el placer de arriesgarse.
Dramaturgia: Javier Daulte Actúan: Matías Broglia, Federico Buso, Silvia Gómez Giusto, Carla Scatarelli Vestuario: Jam Monti Escenografía: Julieta Kompel Diseño de luces: Sebastián Francia Video: Franco Gabriel Verdoia Diseño gráfico: Franco Gabriel Verdoia Asistencia de dirección: Rocío Literas Prensa: Duche&Zarate Producción ejecutiva: Matías Luna Dirección: Javier Daulte Sala: Espacio Callejón (Humahuaca 3759, CABA) – Viernes a las 22:30.