Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Hallie Meyers-Shyer
Guión: Hallie Meyers-Shyer
Intérpretes: Reese Witherspoon, Michael Sheen, Candice Bergen, Pico Alexander, Jon Rudnitsky, Nat Wolff, Lola Flanery, Eden Grace Redfield, Lake Bell, Reid Scott, P.J. Byrne, Josh Stamberg, Jen Kirkman
Fotografía: Dean Cundey
Montaje: David Bilow
Música: John Debney
Duración: 97 minutos
Año: 2017
4 puntos
EL CINE DE LOS RICOS
Por Rodrigo Seijas
Hallie Meyers-Shyer es digna hija de su madre, Nancy Meyers, realizadora de El descanso, Alguien tiene que ceder y Lo que ellas quieren, entre otros films, y también de su padre, Charles Shyer, quien ha dirigido las remakes de El padre de la novia y Alfie. En su ópera prima, Home again, surgen ámbitos y temas similares a los cines de sus progenitores, que oscila entre las preocupaciones sentimentales de las clases altas estadounidenses (casi siempre ligadas al ámbito artístico) y un diálogo entre nostálgico y reverencial con buena parte del imaginario hollywoodense.
De hecho, en este relato sobre Alice (Reese Witherspoon), una mujer recién separada y con dos hijas que acaba de mudarse a Los Ángeles, que de manera un tanto casual termina alojando en su casa a tres jóvenes que están intentando impulsar sus respectivas carreras artísticas, se puede percibir una exposición autoconsciente de su vínculo con un legado familiar y ese universo tan atractivo como problemático que es Hollywood. Alice, hija un famoso director que supo ganar el Oscar pero cuyo fallecimiento ha dejado un vacío en su vida y de una actriz ya retirada (Candice Bergen) pero que es una especie de leyenda viviente, es una especie de espejo para la debutante directora y guionista; pero también esos tres jóvenes intentando abrirse camino en un negocio que puede ser feroz; y hasta las pequeñas hijas de Alice, que también están buscando sus propios modos de expresarse dentro de una familia donde lo artístico es una marca de fábrica.
Pero como ya dijimos antes, Meyers-Shyer es digna hija de sus padres, con lo que su abordaje de los conflictos es tan chatamente amable que termina cayendo en una fuerte superficialidad. Hay, por ejemplo, varias secuencias donde se presentan salidas y cenas en las que los personajes comen, beben, charlan y ríen, y el espectador no sabe de qué hablan o por qué la pasan tan bien, que también se veían en films como Alguien tiene que ceder o Alfie. Es como si Meyers-Shyer (al igual que sus padres) estuviera más preocupada por transmitir su conocimiento y habitualidad de la vida de los ricos, que de construir apropiadamente los vínculos entre los protagonistas. No deja de ser un acto sincero que cada plano transmita el mensaje “pertenezco al ámbito artístico más exitoso y filmo a mi clase social, que es a la que conozco”, pero no hay mucho más que esa honestidad brutal que impera en las imágenes.
Por eso es que Alice afronta muchos dilemas –la relación entre maternal y romántica con los jóvenes que aloja; el proceso de separación con su marido (Michael Sheen); las dificultades para adaptarse de sus hijas; los intentos por emprender un negocio propio; el peso del legado familiar- pero ninguno de ellos termine importando de la manera requerida. Meyers-Shyer quiere realizar unos cuantos apuntes de tipo social, institucional y afectivo, pero entra en continuas remarcaciones, desarrolla de manera torpe la trama y nunca sale de las conclusiones facilistas y obvias. Home again es ciertamente una película honesta, pero también frívola y conservadora.