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Funcinema

Primero enero

Título original: Ídem
Origen: Argentina 
Dirección: Darío Mascambroni 
Guión: Darío Mascambroni
Intérpretes: Jorge Rossi, Valentino Rossi, Eva López
Fotografía: Nadir Medina
Montaje: Lucía Torres 
Dirección de arte: Paola Raspo 
Duración: 65 minutos
Año: 2016


7 puntos


LA MIRADA INTERIOR

Por Guillermo Colantonio

(@guillermocola)

La mirada interior. ¿La mirada interior sin la histeria capitalina? Tal vez. Una de las certezas del cine argentino actual es que gran parte de las películas más estimulantes vienen de otros pagos. Primero enero puede pasar desapercibida o ser encorsetada dentro de esa dudosa categoría crítica llamada film menor. Que utilice un tono intimista, que apueste a una cierta dimensión del espacio para suplir las grandes hazañas narrativas la hace compleja y sumamente disfrutable.

Un auto. Un tango. Padre e hijo. Estos pocos elementos abren la película de Mascambroni. La cámara adentro del móvil es un pasajero más. El niño habla de mitos griegos. Es el punto de partida para actualizar el viaje de Odiseo salvo que han cambiado los lugares y los protagonistas de la gesta antigua para llevarnos a la travesía de Jorge, recientemente divorciado, quien visita por última vez la casa donde han vivido.

Si el cine es un lugar de búsqueda, cada plano de este modesto film será una forma de mirar el trayecto que padre e hijo realizan, de explorar un vínculo sagrado. Si el registro empleado invita a ingresar por la vía de lo afectivo esto no implica el regodeo; todo lo contrario: la película está filmada y musicalizada con sensibilidad, pero sobre todo con justeza. Los obstáculos son la condición misma de existencia en todo viaje y aquí están puestos en los momentos apropiados. Son apenas perceptibles pero no por ello menos dramáticos pues involucran el aprendizaje del niño protagonista Valentino. Un pequeño acontecimiento marcará un quiebre y el fin de la inocencia. A partir de allí, las imágenes se oscurecerán.

Lejos de la neurosis urbana, hay una vindicación de la naturaleza en tanto objeto de escucha y de observación permanente mientras la cámara sigue el periplo de los personajes. Nunca los enfrenta, los acompaña. La modestia de Primero enero es un valor en sí mismo. De allí su enorme virtud. Lo que resta es siempre un desafío: que los medios y los aparatos de producción puedan darle el empujón necesario a esta clase de películas para que trasciendan la barrera de los festivales y puedan ser vistas por muchas personas.


NdR: Esta crítica es una extensión de la ya publicada durante el BAFICI.

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