No estás en la home
Funcinema

El hobbit oscuro: El recorte al cine argentino y lo previsible de todo el asunto

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

De cierta forma, todos cumplimos con el mandato de previsibilidad. Primero apareció un artículo en el diario La Nación que hablaba de que supuestamente el Gobierno Nacional estaba planeando una reforma tributaria que implicaría diversos recortes impositivos, entre ellos el correspondiente al 10% de las entradas de cine, que está destinado a solventar una parte de la producción del cine argentino. Es decir, lo que teníamos era un rumor, no confirmado directamente por ningún funcionario de primera o segunda línea. Los medios cumplieron con su ya habitual mandato de los últimos tiempos: publicar noticias de rumores como si fueran hechos, sin detenerse a chequear la veracidad de ellos.

Los que siguieron fueron todos los sectores del cine argentino. Sin ponerse a meditar mínimamente que la única evidencia que tenían a mano era un artículo periodístico meramente especulativo, salieron con los ya acostumbrados comunicados entre alarmistas y exagerados, condimentados con los ya usuales posteos en Twitter y Facebook que van de un tono apocalíptico al autocelebratorio. Frases sencillamente memorables, que van desde “sería el fin del cine argentino” hasta “el cine nacional es una industria que genera ganancias y llega a millones de espectadores”, pasando por “es un atentado al cine argentino (…) y a toda la sociedad argentina orgullosa de su cine donde se ve reflejada y representada en los más prestigiosos festivales y mercados internacionales”. Difícil que sea el fin del cine argentino, cuando estamos hablando de un impuesto que subsidia una parte importante pero no decisiva de la producción nacional. Del mismo modo, si el cine argentino genera ganancias y tiene asegurados millones de espectadores, podríamos llegar a malentendidos y pensar que podría no necesitar subsidios que lo sostengan, o preguntarnos para quiénes genera ganancias y de qué modo, o más bien, con qué montos. Y mejor no ponerse a razonar sobre por qué la sociedad argentina tiene que estar orgullosa de un cine nacional que la representa afuera, en festivales y mercados de los que tiene una idea cuando menos difusa, porque adentro, en nuestro territorio y nuestro mercado, el diálogo rara vez llega a concretarse.

El círculo de la previsibilidad lo completó el Gobierno Nacional, que si hay algo que viene demostrando desde que arrancó es que le tiene pánico al conflicto y en cuanto percibe aunque sea un mínimo atisbo de rechazo a una posible medida, retrocede sobre sus pasos casi sin pensarlo. El sector del cine argentino está muy tranquilo desde hace rato, complacido por la continuidad de subsidios, festivales, programas, banners y viajes turísticos. ¿Para qué alterar el panorama, justo en un año electoral? El gobierno no quiere comprarse problemas, y menos con un sector que, cuando quiere, es ruidoso y visible. La lección que dio todo el asunto del CONICET, parece, ha sido aprendida por los funcionarios encargados de la parte cultural. Por eso el comunicado conjunto entre Pablo Avelluto y Nicolás Dujovne se veía venir a kilómetros de distancia.

Con el círculo de la previsibilidad ya completo, continúa el paisaje habitual del cine argentino de los últimos años. Las únicas discusiones que se dan son por el dinero y el poder: cuánto para las películas, cuánto para los festivales, cuánto para tal o cual productor, quién queda como programador en X festival, quién ocupa tal o cual cargo. Lo importante, lo realmente complejo, las discusiones y análisis que pueden ser un tanto incómodos pero a la larga productivos, quedan, una vez más, previsiblemente postergados.

Papá Macri amenazó con no dejarnos comer más caramelos. Pataleamos un poco, gritamos y lloramos otro tanto. Y Papá Macri dijo “bueno, está bien, te compro caramelos, pero portate bien eh”. Y sí, nos portamos bien.

A prepararse, porque va a ser así de aburrido durante mínimo tres años más.

Comentarios

comentarios

2 comments for “El hobbit oscuro: El recorte al cine argentino y lo previsible de todo el asunto