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El legado Bourne (2012)


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HIJO DEL RIGOR

Por Henry Drae

(@henrydrae)

Hay trilogías en el cine mainstream que son sencillamente perfectas. No por esto hay que justificar o nivelar la calidad de todas las películas que la componen, pero la saga que relata las desventuras del agente desmemoriado Bourne -creado originalmente por el novelista Robert Ludlum-, a pesar de haberse iniciado con un director (Doug Liman) y afianzado con otro (Paul Greengrass), logra conformar un bloque de puro entretenimiento como para disfrutar en maratones frecuentes las veces que sea y luego volver a comenzar sin aburrirse un minuto.

Por eso mismo la tentación de reflotarla fue grande y aunque Greengrass no quisiera volver a la dirección y provocara que Matt Damon tampoco lo considerara, los productores tentaron para que se ubique detrás de cámara a uno de los guionistas asociados a las tres entregas (Tony Gilroy) y cambiaron el rostro del agente por el de un actor que comenzaba a hacerse querer como lo es el carismático Jeremy Renner. Claro que no podían cometer el pecado de repetir la premisa -o al menos de no disfrazarla convenientemente- como para que la nueva pieza sea una copia descarada de la historia original o responda a su misma estructura, por lo que se creó un nuevo background para el agente Aaron Cross (Renner) que no tuviese que ver con pérdidas de memoria o recuperación de identidad, pero sí con un entrenamiento asociado al infame programa Treadstone y a la utilización de drogas para crear súper soldados. Todo esto sucedería en el mismo momento en el que Jason -que no es Voorhees de Martes 13 pero es igual de letal- hace de las suyas en Bourne: el ultimátum.

El legado Bourne funciona como blockbuster de acción en todos sus niveles, pero resulta algo fallida al intentar conectarse a la saga madre por varias razones. Primero, al no cumplir con las expectativas de lo que se supone es parte oficial de una franquicia. Se nota que ni Doug Liman ni Paul Greengrass están detrás de cámara y la acción, si bien es correcta, no pasa de lo convencional. Hay un par de escenas que si bien pueden considerarse al estilo Bourne desde lo estilístico no alcanzan para darle la identidad necesaria, y mucho menos cuando las persecuciones en altura son más del tipo El príncipe de Persia y bastante menos realistas de las que protagonizara “el otro” agente, que tampoco sería el mismo sin la cámara en mano que lo sigue de manera tan cuidadosamente desprolija. Huelga destacar que Renner no es Damon y si bien tiene carisma de sobra, no llena los zapatos del agente como su predecesor. No está mal, pero es como se hiciese una película con un colega de James Bond como parte de la franquicia y no se los pudiese comparar en sus modales, en este caso la ausencia Greengrass/Damon se nota y por eso mismo es que no existió una secuela de El legado… pero sí el regreso de la dupla exitosa de actor y director de inminente estreno, como para que no sigan arruinando las cosas con spin-off como éste.

Por otro lado el elenco multiestelar está a la altura pero desaprovechado, como en el caso de Edward Norton -villano de importancia tan real que se revela trascendente para toda la saga- o Rachel Weisz, que sabe componer heroínas en apuros de taquito pero que merecía algo más contundente en su participación. Porque ella puede seguir interpretando a la chica en problemas eternamente desde que tan bien le salió por primera vez junto a Keanu Reeves en Reacción en cadena, pero aquí se trataba de recrear una compañera a la altura de los personajes creados por Franka Potente o Julia Stiles y que también marcaron una diferencia notable. Cuando se mira a la pareja de prófugos/socios en la desgracia compuesta por Weisz-Renner se ve, una vez más, a las duplas más convencionales del cine de acción y espionaje, lo cual está bastante lejos de esa química tan empática como misteriosa que lucen tanto Damon-Potente como Damon-Stiles en sus roles. Y no es un problema de casting, sino de varas muy altas como para pretender igualarlas. El resto del equipo, mayormente amparado detrás de escritorios y pantallas mientras buscan a este nuevo fugitivo sin perder de vista a Jason Bourne, va desfilando con muy poca profundidad en cada aparición. La solemnidad suena algo falsa y los cuarteles y oficinas de la agencia no logran impresionar, probablemente porque Gilroy no escapa de las convenciones del cine de acción y espionaje tradicional, y la historia termina haciendo la plancha.

Por estos días hay una suerte de bombardeo de trailers, footage y notas en las que el spin-off de Star Wars: Rogue One se vende como algo distinto. Es decir, perteneciente al mismo universo pero con otra estética. No sabemos si funcionará más allá de lo económico, pero si me tienta la advertencia franca: Rogue One se promociona a sí misma como “una historia de Star Wars”. Pues bien, El legado… es “una historia de Bourne” que no es Bourne ni lo incluye pero intenta parecerse hasta en el final, que dicho sea de paso es tan bochornoso que ni la historia lo merece.

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