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Terrenal


Excelente


Dios, patria, familia, propiedad

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

terrenalGanadora del Premio de la Crítica al mejor libro argentino de la creación literaria 2014 en la 41º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y del Premio ACE (entre muchas otras distinciones), Terrenal, de Mauricio Kartun, es una obra que no descansa en una sola variable, sino que se va componiendo con precisión, complejidad y criterio desde múltiples elementos, demostrando cómo el teatro puede –y debe- ser un arte que integre variados componentes en pos de un conjunto, de una unicidad que genera toda clase de interpretaciones.

Kartun retuerce el mito bíblico y lo pasa por el filtro de la narrativa gauchesca, con Caín como un productor morronero y Abel como un vendedor de carnada viva en una banquina, ambos hermanos fracasados a su modo, obligados a compartir un terreno partido al medio, sin poder compartir nada. Cada uno tiene perspectivas diferentes sobre todo: el valor de la propiedad, la concepción del trabajo, el sedentarismo y el nomadismo, y claro, la figura paterna, ese padre que es Tatita, siempre presente incluso a través de la ausencia, hasta su regreso que terminará de desatar todas las tensiones posibles.

A través de ese retorcimiento, de ese traslado al contexto criollo, Terrenal captura la universalidad del mito original y le adosa una compleja lectura sobre las construcciones institucionales de la argentinidad. Kartun va configurando un texto con capacidad de interpelar a cualquier espectador, de cualquier origen, pero que es innegablemente argentino. El Caín y el Abel que protagonizan la obra son dos tipos que expresan mucho del ser nacional y cómo esa entidad, ese supuesto ser homogéneo, es en verdad una confluencia de heterogeneidades en eterna disputa e irreconciliables. Ni siquiera necesitan darle visibilidad a sus divisiones, porque las posturas y acciones corporales –como el saltar un muro que no vemos, pero igualmente percibimos- ya las delatan.

En Terrenal, Caín y Abel son a partir de sus divisiones, de sus enfrentamientos, de sus disensos, de sus cruentas diferencias, de sus peleas a trompadas. Y son a partir de esas grietas, de esos abismos, potenciados por la vuelta de Tatita, que el texto va delineando una mirada donde todo es puesto en duda y crisis: lo que se posee como valor constitutivo de la persona, el territorio como ente definidor de la identidad, el vínculo del hombre con la mujer, los ritos sobre los que se cimenta el machismo, la mitología como basamento de la tradición y la realidad, la creencia en una figura tan superior como abstracta, la figura del padre como reflejo en el cual mirarse.

Lo llamativo –y extraordinario al mismo tiempo- es cómo Terrenal va tocando y transitando con poderosa fluidez todo un abanico de emociones y sentimientos, siendo sumamente entretenida y divertida, pero también oscura, conmovedora, melancólica. Y en eso son fundamentales las actuaciones de los tres Claudios – Da Passano, Martínez Bel y Rissi-, todos excelentes, trazando personajes con muchísimos matices y superficies, no sólo en sus respectivas líneas de diálogos (que hay que decirlo, poseen una complejidad inusual incluso en sus pasajes de aparente banalidad y cotidianeidad) sino en todo el trabajo corporal. Caín, Abel y Tatita son tres cuerpos que hablan desde sus movimientos, desde sus gestos plagados de interrogantes, dilemas, apariencias y ambiciones. Las tiranteces que transmiten, sus figuras siempre al borde del choque –hasta que el choque se vuelve inevitable, lógico incluso- ostentan su propio vigor narrativo.

A esto, la puesta en escena de Kartun lo acompaña con una disposición espacial que podrá parecer despojada, pero en la que la profundidad de campo, sumada a la distribución de objetos, la iluminación y el magnífico trabajo en la banda sonora, adquiere toda una significación propia. Cada elemento dice, significa, indica, simboliza algo en particular, cumpliendo roles fundamentales. Y en base a eso, lo espacial también se fusiona en su constitución con lo temporal, con un tiempo que parece estar congelado para los personajes pero que sutilmente avanza, implacable.

Con un relato donde se van adivinando los componentes trágicos pero aún enarbolando una rara belleza en su monólogo final, Terrenal es una obra que ciertamente le hace honor a su título, porque en su interpelación a conceptos trascendentes no deja de estar atravesada por una notable humanidad. El conmovedor monólogo final lo termina de certificar y deja al espectador con el corazón en un puño.


Autoría: Mauricio Kartun Actúan: Claudio Da Passano, Claudio Martínez Bel, Claudio Rissi Vestuario y escenografía: Gabriela A. Fernández Iluminación: Leandra Rodríguez Diseño sonoro: Eliana Liuni Fotografía: Malena Figo Asistencia de escenografía: María Laura Voskian Asistencia de dirección: Alan Darling Prensa: Daniel Franco, Paula Simkin Dirección: Mauricio Kartun Duración: 90 minutos Sala: Teatro Del Pueblo (Avenida Roque Sáenz Peña 943 – CABA) – Domingos y jueves a las 20:00, viernes y sábados a las 21:00.

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