Por Daniel Cholakian
Dos películas ecuatorianas destacan en ambas competencias internacionales en este Festival de las Tres Fronteras. Por el lado de los documentales, La muerte de Jaime Roldós, de Lisandra Rivera y Manolo Sarmiento, y entre las obras de ficción, Feriado, de Diego Araujo.
El documental comienza con una frase de Tomás Gutiérrez Alea, que indica que una de las marcas del subdesarrollo es la incapacidad de relacionar los hechos. Haciendo una lectura que aceptaría que sea juzgada como antojadiza, diré que la idea es interesante para pensar ambas películas, claramente diferentes, pero no por ello menos sustanciales en lo político.
Feriado es la historia de Juampi, un joven ecuatoriano de clase alta que en los momentos de la quiebra final del modelo neoliberal en su país, en el año 1999, comienza a asumir la identidad homosexual, al descubrir su deseo por una suerte de alter ego, otro Juan Pablo, pobre y habitante de los barrios marginales. Lo que la película relaciona con acierto es de qué modo aquello de “lo personal es político” podría ser dicho también como “lo político hace a lo personal”. La familia de Juampi es la clase alta financiera que detenta el poder omnímodo. En su caída, en el momento que el defalco al pueblo ecuatoriano es imposible de sostener, emerge una demanda popular –que llevará a Lucio Gutiérrez al gobierno- que es paralela a la emergencia de la construcción de la identidad sexual del joven protagonista. ¿Cuánto importa la caída de los valores que esa familia católica y poderosa en la posibilidad de que Juampi se reconozca como homosexual? ¿Cuánto significa esa emergencia de la demanda popular en contra de los estafadores en la posibilidad histórica de que un joven destinado a ser el poderoso reniegue de la condición de macho alfa? He ahí una relación que es clave para entender como los procesos históricos y los personales se entraman profundamente.
La historia de Juampi y Juan Pablo ocurre en un par de días. Ni siquiera comienza o termina. Es apenas un despertar. La película es inteligente por su precisión en el modo de narrar, pero también en la calidez con que aborda a los protagonistas y la sutileza en los gestos, en los datos, en los momentos. El descubrimiento del deseo es acompañado por la cámara con inteligencia. La mirada de Juampi encuentra y recorre el cuerpo de Juan Pablo, pero también el mundo, que está al revés. Está al revés en tanto él, joven que debiera ser el futuro gerente bancario estafador, macho y violento, es un niño apocado, sencillo y a quien probablemente le gusten los hombres.
Pero la Historia está de su lado y las cosas volverán a ponerse cabeza arriba.
Jaime Roldós murió en un accidente de aviación el 24 de mayo de 1981, mientras era presidente electo de Ecuador. Es un secreto a voces que su muerte, como la de Omar Torrijos ocurrida dos meses más tarde en una situación similar, fue causada por un atentado. Nadie puede demostrarlo, pero las sospechas son casi certezas. El Estado ecuatoriano ha negado persistentemente la cuestión y la historia oficial del país rara vez ha revisitado el tema de la muerte del presidente que se enfrentó no sólo a los sectores internos más poderosos, sino a todo el sistema de represión que por entonces (gobernó entre 1979 y 1981) unificaba a la América Latina, amparada en el pacto que representó el Plan Cóndor.
El documental realizado por Rivera y Sarmiento es fundamental por la reconstrucción minuciosa que hacen de las condiciones históricas en las cuales Roldós accede a la presidencia, tanto internas como internacionales. A propósito de ello, documenta con gran cantidad de material de archivo y datos precisos la posición del entonces presidente frente a las dictaduras latinoamericanas y el modo en que estableció sus relaciones diplomáticas. Es en este sentido que la potencia del documental es inobjetable. La posibilidad de relacionar hechos, de entender la trama política de la región y la importancia que la misma tiene, así en el pasado como en el presente, para sostener los procesos populares, es un eje de la película.
Pero el film sostiene que hay una segunda muerte de Jaime Roldós y es el silencio que durante más de 20 años mantuvo como válida la versión oficial que responsabilizó al piloto por el accidente. La capacidad de aquel presidente para enfrentar a los bloques internos de poder apoyándose en la movilización popular adquiere una dimensión diferente al pensar que esa muerte no fue sólo un accidente y que hubo sectores, esos mismos que en 1999 producían la debacle económica que cuenta Feriado, que se beneficiaron con la desaparición de Roldós de la escena política.
El cine ecuatoriano, creciente, interesante, renovado, vino a Iguazú a demostrar que pensar la historia relacionando elementos aparentemente separados es un modo interesante de entender la realidad.
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