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FICIC 2013: segunda luna coscoína

OLYMPUS DIGITAL CAMERAPor Javier Luzi

Cada día uno va conformando su propio festival con las películas que elige visionar. Y va dando cuerpo a un Festival que ofrece, entonces, múltiples caminos. Por eso este es sólo uno de los tantos recorridos que alguien pudo llevar a cabo. En este caso, el mío.

La sensibilidad es un documental de Germán Scelso que estuvo en Bafici 2012. El director traza un recorrido oblicuo y que se va deshilvanando, con la labilidad de los recuerdos, a medida que avanza en su derrotero para contar la historia de sus padres, ambos desaparecidos por la última dictadura (él aún continúa en esa terrible categoría, ella fue puesta a disposición del PEN y luego liberada). Pero para reconstruir esa historia recurre a sus abuelas. Dos mujeres de clase sociales opuestas y completamente disímiles. Personas-personajes que comienzan derrochando sinceridad y simpatía, y cuentan sus orígenes familiares en paralelo hasta que de repente la Historia entra de improviso y sin reparos torciendo el destino de lo que se está contando.

¿Cómo narrar la memoria? ¿Cómo armar la novela familiar? Scelso parece decir que no hay eje horizontal de continuidad para hacerlo sino que el trazado se desarma, pierde su línea haciéndose fuga, se disloca y se retuerce, quiebra el discurso, abre vacíos, olvidos y lapsus que esconden sentimientos y lo no dicho y representa, entonces, una construcción. Como cuando María Luisa reconoce que agregó a alguien en una foto familiar. Gestos que contradicen el mismo discurso: lágrimas que corren aunque las palabras lo nieguen o actuación defensiva ante lo imposible e irreparable.

Puro sentimiento es lo que brota de esta película dura, conmovedora y necesaria.

Deshoras, de Bárbara Sarasola-Day, cuenta la historia de una pareja acomodada de la burguesía salteña, Ernesto (Luis Ziembrowski) y Helena (María Ucedo) y la irrupción del deseo olvidado y/o aletargado en la figura de Joaquín (Alejandro Buitrago), un primo de la mujer, que dislocará la tranquila y monótona vida matrimonial. El joven acaba de salir de una internación por adicción y se inserta en la convivencia diaria familiar que ya se encuentra en un avanzado estado de desgaste vincular.

Película de climas y pequeños gestos que van acumulando pistas (seducción estereotipada y repetidora de mandatos y roles sociales: fantasías entre primos, la salida de machos a los puteríos, o la folklórica riña de gallos con su universo literal y simbólico de masculinidad) para desentrañar o engañar al espectador en la probable formación del triángulo o el dúo. Y quizá en esa instancia es que se detiene un poco en exceso para dar cuenta de ello, estirando innecesariamente la aparición del giro que planteará un quiebre y acelerará los tiempos planteados hasta allí, un poco más contemplativos, más extensivos que intensivos. Es en esa última media hora donde la pasión desbordada, el deseo inconfesable y vergonzante, la tensión sexual, la necesidad de sentirse querido, se desatan y con ellos la violencia irrumpe sin frenos mostrando la cara oculta y verdadera de los personajes.

Los cruces de miradas como conductores del deseo latente se apoderan de los espacios donde la palabra no tiene nada que decir y el melodrama se juega en una escena de baile en el zaguán de la vieja casona señorial entre el trío protagonista, interpretada con justeza y musicalizada con un bolerazo que canta lo que no puede ser dicho y apura lo que ya se sugiere inevitable.

El programa 2 de cortometrajes aglutina tres producciones europeas y dos argentinas. Toda esta sangre en el monte de Martín Céspedes, con la urgencia y la lamentable repetición de casos de asesinatos por parte de las fuerzas policiales y el amparo o la connivencia del Estado a jóvenes integrantes de los movimientos campesinos de Santiago del Estero que se organizan en defensa de sus tierras, expone con números y el dolor de los familiares de las víctimas esta terrible situación donde la matriz capitalista de producción arrasa a cualquier precio. Aid el Kabir, del italiano Simone Giovine, cuenta la pronta llegada de esta tradicional fiesta musulmana del sacrificio mientras muestra la entrada en la adolescencia de Rachid, un niño que vive con su familia en Torino, Italia. From dad to son, del alemán Nils Knoblich, utiliza la animación para relatar una relación familiar que continúa a pesar de la cárcel que encierra a uno de sus participantes y de la vejez del otro para mostrar con esperanza cómo se pueden vencer algunos obstáculos que parecen insalvables. The trip, del polaco Bartosz Kruhlik, es el viaje en moto que llevan a cabo una niña y su abuelo a través de la naturaleza y la carretera. Viaje exterior que se replica en el viaje interior de sus protagonistas. Siesta, de Juliana Schwindt, plantea también los vínculos familiares pero, en este caso, entre una nieta y su abuela en una tarde de campo con sus ritos y costumbres que las van forjando.

En la tarde del jueves se realizó una charla sobre el cine cordobés moderada por Emiliano Cárdenas y con la participación de Matías Herrera Córdoba y Juan Maristani y Ana Apontes (director y productores de El grillo); Rodrigo Guerrero y Lorena Quevedo (director y productora de Tres) e Inés María Barrionuevo y Paola Suárez (directora y productora de Atlántida). Primero se exhibieron los work in progress de las primeras películas referidas y el backstage de la última porque se acabó de filmar hace poco y aún están en etapa de montaje. La charla empezó tratando de encontrar si existe la “cordobeidad” y puede ser descripta para dar cuenta de ella en estos proyectos o en el reciente florecimiento del cine provincial, para consensuar que “es cine cordobés” el que concreta ideas que nacen y se producen en Córdoba, sin implicar territorialidad ni estéticas identificatorias que los aúnen. De hecho los tres proyectos que se mostraron derivan de diferentes formas de producción y realización. El grillo, que cuenta un cruce entre dos mujeres amigas encerradas en una casa y el amante de una de ellas, se filmó en 14 días y con aportes de la productora que financió el proyecto y canjes con empresas de catering y transporte por ejemplo. Tres (que se llamará El tercero) relata el encuentro entre un joven y una pareja gay mayor en el departamento de éstos después de un vínculo iniciado en las redes sociales y se filmó en sólo 7 días y también con mínimos aportes. Atlántida es un proyecto de mayor envergadura con aportes provinciales y del INCAA que demandó 37 días de filmación y cuenta el vínculo entre dos hermanas y un momento de crecimiento. De la particularidad finalmente se llegó a aquellos problemas que aquejan a toda la cinematografía nacional y que tiene su pata más débil en la exhibición y distribución. La falta de pantallas que sostengan más de una semana las películas argentinas es un problema que aqueja a todos y que no distingue localismos. La aprobación de la ley provincial de medios audiovisuales es una meta que toda la familia del cine cordobés espera con ansías.

La noche terminó con una cena que consiguió resarcirse merced a una feroz guerra de bandos en pugna por el dominio del título de la Voz, con un criterio de repertorio ecléctico, y que calentó las gargantas para el karaoke que se desarrolló en el café del Cinema hasta bien entradas las primeras horas del nuevo día.

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