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MAR DEL PLATA 2011: verdades, decepciones, Johnnie To, flashes

Por Mex Faliero

El viernes antes de la ceremonia de premiación es un día especial dentro del festival, porque uno ya comienza a presentir el final. No es como el sábado, cuando el final ya está ahí. Ni qué decir del domingo, pero no voy a ponerme dramático -aunque podría- así que diré que este texto casi último está siendo escrito con la sensación de despedida pesando sobre la espalda. Será tiempo entonces de comenzar a hacer balances, pero antes que nada me gustaría hacer referencia a dos películas vistas el jueves y que se piantaron en el medio de la locura de estas coberturas. Luego sí, hagamos un balance y un poco de futurología.

Una sorpresa y una decepción, más o menos por ahí viene la cosa. La sorpresa fue Verdades verdaderas. La historia de Estela, aunque en mi caso debo señalar que se trata de una confirmación: el director Nicolás Gil Lavedra ya había logrado, con el mismo tema, un estupendo corto en Identidad perdida. Y aquí confirma esos logros, y más, al mantener una moderación y contención absoluta para retratar una de las historias más increíbles -y dolorosas- que recuerde el país, como ha sido la última dictadura militar y la construcción de una docente y ama de casa en una de las personalidades más fuertes y presentes en lo que tiene que ver con la lucha por los derechos humanos: Estela de Carlotto.

Lo primero que hay que reconocer es la osadía del director, que elige para su opera prima un tema y un personaje tan fuerte. Lo evidente, es que Gil Lavedra conoce el tema, conoce a sus personajes (los de la ficción y los de la realidad) y reconstruye la historia con respeto, pero a la vez siendo personal en ese retrato. Hay planos y momentos inolvidables, como aquellos en que Estela (una impecable Susú Pecoraro) baja una escalera bajo la lluvia o ese en el que recibe, finalmente, el cuerpo de su hija. También un acertado traveling sobre el final, donde una caja con testimonios destinados a Guido Carlotto (el nieto en cuestión) se mezcla con otros en una estantería, y las voces en off se funden y confunden haciendo de una causa algo general, sacando el conflicto de lo particular hacia lo universal.

Que las mejores escenas de una película en la que el director es debutante y donde el tema ha sido real sean aquellas más duras, habla de un gran manejo del realizador para trabajar en una cuerda sensible, que no se excede en sentimentalismos. Incluso, es interesante ver que no hay actuaciones fuera de registro, sorprendente si en el elenco está Carlos Portaluppi, que tiene como una tendencia a irse un par de tonos más arriba. Película de climas y actuaciones contenidos, tal vez uno puede recriminarle cierta línea demasiado recta en su narración y una pérdida del ritmo cinematográfico en la segunda mitad.

Lo que hace muy bien Verdades verdaderas. La historia de Estela, es ser el reflejo de una causa, incluso más allá de las personas y los personajes. Estamos ante un film político que despartidiza el discurso permitiendo que el tema se universalice. Por eso resultan un poco torpes los inserts finales con los verdaderos nietos recuperados, ya que ancla demasiado al film en el hoy y lo aleja de esa atemporalidad trabajada esforzadamente desde el guión y la dirección. En una época en la que se hablan tantas gansadas (sépame disculpar el barbarismo), Nicolás Gil Lavedra quita lo excedente y en esa purificación de líneas hace que se vea clara y cristalina la causa, una de las más irreprochables que ha conocido la vida socio-política de un país. Con su moderación, un film necesario.

Pero dejemos atrás el film sobre Estela de Carlotto y vayamos a una de las decepciones, si no gigantes, al menos moderadas de este Festival. Digamos de una que Life without principle, de Johnnie To, no está a la altura de los pergaminos del director asiático. Si bien no abandona su universo de mafiosos y policías, lo que hace aquí es vincular esos mundos con el de las finanzas y tratar de construir una sátira sobre el presente del mundo, post caída de la economía griega (fueron varios los films del festival que hicieron mención a este conflicto). Un poco cínica, otro tanto canchera, aunque en este sentido el cinismo puede tener una relación con el tema abarcado, el problema principal es que a To le lleva una hora aproximadamente presentar a sus personajes y las diversas subtramas, que se terminarán de unir en un hecho policial donde, ahí sí, el director muestra todo su talento para la narración. A partir de ahí el film se hace sumamente rítmico y divertido, pero es cierto que lo discursivo le quita espacio a la acción y que este corset impide que el estilo de To explote. Demasiado maniatado por sus propias trampas, es verdad que el film sorprende en su final, pero se parece demasiado a una película de los Coen, encima de las flojas.

En fin, el sábado ya casi está sobre nosotros, así que será momento de seguir debatiendo sobre películas con los colegas que nos cruzamos en la noche marplatense, ahora ya un poco más liberados por no tener que madrugar para ver la competencia oficial. Se vienen los premios, y en lo particular creo que la película que más me gustó, El ejercicio del estado, no se llevará nada, y sí lo harán Sokurov con su infumable Fausto y Panahi con su simpático This is not a film. Si no, podría haber un reconocimiento a la nacional El premio, que podría sorprender, o en todo caso reconocer el preciosismo visual de L’Apollonide. Desde las actuaciones le pongo algunas fichas a la nenita de El premio, a las protagonistas de Abrir puertas y ventanas, y a Peter Mullan en Tiranosaurio. Lo cierto es que el terreno es bastante incierto, mucho de esto debido al bajo nivel general de las películas.

De lo que sí estoy seguro, es que lo que no voy a extrañar es el corto de presentación de las películas, ese donde aparecían los lobos marinos de la rambla marplatense diciendo que extrañan los flashes y haciéndose los chistosos. Una pésima animación y una apuesta al chiste boludo y canchero, que se quiso imponer como la gracia de este festival, y que me olvidé de comentar durante estos días. Muy triste.

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