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Las chicas de la lencería

Nunca es tarde y cosas así

Por Cristian A. Mangini


5 puntos


Hay algo de esta película que es previsible y palpable en su premisa: una anciana pone una tienda de lencería en un pueblo conservador y uno ya se imagina por donde van los carriles de este film suizo. Habla de contrastes entre edades, la soledad de la vejez y la reacción de un grupo conservador al que, ante una acción que puede ser vista como “liberal” (una anciana poniendo una tienda de lencería), se ubica en un costado ya reaccionario con caza de brujas incluido. Pero esta premisa la puede imaginar el espectador con estas pocas líneas. El problema es que la película no es mucho más que eso y tiene unos baches importantes hacia el final, como si la directora Bettina Oberli no pudiera darle un cierre definitivo a la historia.

Pero vamos por partes, Las chicas de la lencería empieza con sutileza y se basa en un plano para definir el luto de la protagonista (Martha), que ha quedado viuda y aún no puede salir de su estado depresivo. Y así continúa la introducción de los otros personajes, cada uno con una limitación determinada por el paso del tiempo o la abulia causada por la depresión –Lisi acarrea un trauma vinculado a Estados Unidos, Frieda pasa los días encerrada en su cuarto y Hanni es dominada por su marido y su hijo- , todo prolijo y sin estereotipos. Es importante remarcar esto último porque hacia el final será precisamente lo contrario: incluso podríamos definir que hay personajes “malos”, auténticas caricaturas como es durante casi todo el metraje el personaje de Fritz. Incluso se pierde cierta prolijidad en la narración de planos, particularmente en toda la secuencia del festival, que le da un desenlace poco sólido (y, paradójicamente, conservador) a la película.

Pero esto, bueno, supuestamente es una comedia, y hay pocos momentos de comedia. Hay algún gag ocasional logrado con el montaje como recurso, un caso puede ser el examen de manejo de Hanni, pero el film tiene un costado dramático mucho más notorio. Y en esta operación dramática hay un desarrollo forzado y personajes que cambian progresivamente de maneras insólitas, sin una explicación aparente, además de algunas elipsis que desconcertarán al espectador porque están insertas para dar la impresión de que, por ejemplo, la tienda de lencería estuvo abierta mucho tiempo. En cierto momento Martha se lamenta porque no viene gente a la tienda pero: ¿Cuánto tiempo estuvo abierta?. Asumiendo que fue mucho hay baches narrativos en lo que concierne a la construcción de los personajes y si es poco es un absurdo. Por demás, hay un golpe bajo inexplicable para aumentar la tensión dramática que concierne a la muerte de cierto personaje, llevando al film en una desagradable dirección cuesta abajo con redenciones, monólogos importantes para decir “verdades” y aplausos…todos defectos de la secuencia del festival.

La película tiene algunos puntos positivos: Martha se define más en sus acciones, al menos en un comienzo, y eso permite que nos sintamos identificados con el personaje (la secuencia cuando está bordando la bandera y escucha en la radio la vida de una mujer que cumplía 95 años es un buen ejemplo de esto). Las actuaciones del elenco se definen en gestos que le dan fluidez a un relato evidentemente artificioso. Salvo las sobreactuaciones de Manfred Liechti (en realidad, un defecto del personaje de Fritz) hay un trabajo inteligente de registros dramáticos y comedia en los pocos momentos que aparece. La música no aporta demasiado (esencialmente lugareña, es decir, Suiza), tampoco el sonido constante de moscas en off que sirve para remarcar cosas que la imagen denota.

En definitiva, Las chicas de la lencería es una película irregular que pudo haber sido mejor de haberse sustentado con un guión menos abrupto y sin la demonización de personajes como el de Walter –el hijo de Martha- y Fritz. Pero el trío que da cuerpo al film está bien construido si omitimos la transformación –cuasi radical- que sufren hacia el final. Nada nuevo bajo el sol, pero puede llegar a agradar.

P.D: Si algún espectador se cansa de ver mujeres mayores, sobre el final, en la secuencia del festival, dos chicas increíblemente atractivas (una es la hija de Fritz en el film) desfilan con la lencería. Un momento imperdible, lástima que las chicas no figuren en el elenco de ninguna página de Internet.

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