Paranoia
Por Cristian A. Mangini
Esta debe ser una de las películas con menos personalidad que se han realizado en lo que va del año, no solo a nivel del género de terror, sino también a nivel global. Parece que el absolutamente inexperto Bryan Bertison entendió en que consiste el género a nivel técnico –y aún así tiene sus falencias- pero se olvidó de enriquecer la trama, darle fuerza a los personajes o, al menos, que pase algo más de lo escrito en la sinopsis. La cuestión es que se trata de una película pobre que se sobrecarga de suspenso para que, en definitiva, lo que suceda sea anecdótico, casi insignificante (con un final vergonzoso), pareciéndose más a una especie de llamado a la comunidad norteamericana a que cierren sus puertas y no le abran a nadie ya que uno de estos loquitos los puede estar acechando.
Veamos, esta es una de esas películas de terror BASADA EN HECHOS REALES, donde los hechos reales son una mera excusa para divagar sobre alguna cuestión social o fantasear un poco con el guión. Esto es muy sencillo: una pareja en crisis sufre la invasión de tres psicópatas que se divierten demostrando el control que tienen sobre la situación, hasta que finalmente deciden “resolver” la cuestión. Lejos de las crudas películas europeas cuyo mejor representante es Funny Games de Michael Haneke, Los extraños ingresa en el terreno de los 70’s norteamericanos en cuanto a estética y toma estas invasiones a hogares que funcionan tan bien en el continente europeo, como tópico. Pero el resultado es flojo, desafortunadamente porque la introducción subestima al espectador y tiene un trabajo visual que se sostiene más en el plano general y la tensión que en los planos detalles tan de moda gracias al mal entendido “gore”. Sin embargo la película cae en caída libre a partir de su pobre desarrollo -que consiste básicamente en nuestros personajes corriendo de un lado para otro- y no se recupera nunca del patético desenlace que es, en definitiva, dos o tres líneas que dicen los psicópatas y la resolución (que no se va a develar, pero es algo bastante evidente). También hay un final en el que los desequilibrados con bolsas y máscaras aparecen como “cualquier vecino” cuando agarran un folleto cristiano y una pequeña vuelta de tuerca insignificante que tiene que ver con las consecuencias del crimen.
Hablando de la cuestión de “cualquier vecino”, también hay, además de la pobre crónica del “hecho real” introductorio al film que –casualmente- sucedió un 11 de otro mes y otro año (mensaje subliminal muchachos), un travelling que fragmentado por el fundido a negro muestra diferentes casas de varios vecindarios, y da esa conciencia de “esto pudo haber sucedido en cualquier casa” –obviamente el travelling se detiene en la casa de las futuras victimas, por lo cual se deduce que es un travelling en cámara subjetiva de los loquitos con bolsa-. Esto y ese final que consiste en el encuentro de los asesinos con un grupo de chicos mormones parece un mensaje del Estado (cualquier Estado) para que los vecinos “cierren sus puertas y no le abran la casa a extraños”. El mensaje se dilucida aún más cuando se ve que los asesinos no tienen identidad en absoluto, lo cual en general resulta más inquietante y atractivo en otras películas, pero en ésta, dado lo ordinario del guión, apenas funciona para decir “puede ser cualquier persona”.
En definitiva, un flojo film de terror que sobrecarga de suspenso al espectador con recursos que ya son un cliché como el sonido en off o una melodía de carácter industrial, que no está a la altura de sus capacidades técnicas (aún cuando Bertison comete el error de, por ejemplo, poner a la figura en el centro del plano) respecto al pobrísimo relato. Scott Speedman y Liv Tyler tienen algunos momentos irregulares y por momentos realmente transmiten un pánico verosímil, pero el desarrollo de la trama sepulta todo lo bueno que puedan llegar a realizar. En definitiva, no le abra la puerta este extraño, quizá Bertison mejore en su próxima película.
4 puntos