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Sex and the city

¡Qué noche Teté!

Por Cristian A. Mangini

Quizá a algunos lectores les resulte ridículo y/o absurdo el título de la reseña, basada en cierto –tristemente- célebre personaje de la moda argentina. A otros les parecerá un exceso de cinismo por parte de un redactor que pretende ser original. No se negará esto último, ya que a la hora de titular siempre se tratará de evitar los lugares comunes, aunque a veces no se logre. Pero en este caso la superficialidad y la ostentación de marcas y modas, además del brillo y el “glamour” (como aman esa palabra), llaman al título. Es tan explícita esta apariencia, esta cáscara, sobre el contenido de la película que, ciertamente, una frase así logra definir el film.

Pero entre las múltiples marcas de ropas, los excéntricos modelos que utilizan las protagonistas en cuanto pueden, las marcas de cadenas de cafés y supermercados, transcurre una película. ¡Y vaya que transcurre!, la longitud de este largometraje es de casi dos horas y media: cualquiera creería que es un error viniendo de una comedia romántica pero no. Y aquí hay evidentemente un error o la necesidad de poner varios capítulos de una serie dentro de una película. Y sí, hay un poco de las dos cosas. Hay cuatro historias que rondan en torno a las protagonistas y van cobrando mayor o menor importancia a medida que transcurre el film, con algunos diálogos que se entrelazan entre los enormes bloques del film, pero que redundan y fallan en enganchar al espectador con la historia.

En cierto sentido la película confía en el interés del fan, y quizá hacia ellos haya sido dirigida: para quienes no lo saben, Sex and the city fue una popular serie norteamericana que transcurrió desde 1998 hasta el 2004. En la misma se contaba la historia de cuatro mujeres de diferentes edades, su vida sexual y la forma en que afrontaban sus problemas para establecerse en la ciudad de Nueva York. La serie contaba con un despliegue de moda y lujo, además de señalar algunos problemas de la mujer para afianzarse en su entorno laboral. El responsable fue Michael Patrick King y con esta película le da un nuevo cierre a la historia. Ningún problema con eso, pero parece que el director condensó todo lo que en 6 años había hecho, incluyendo comerciales, arcos e historias laterales y diálogos innecesarios en una película, en un esfuerzo por dar un “broche final” a los fieles seguidores de la tira televisiva. Así se explican los 148 minutos.

Por otro lado, la película se aparta de la serie en otros aspectos: aunque mantiene cierta frescura en sus diálogos, con algún gag ocasional bien resuelto, el film cae en chistes que hubieran estado mejor en una obra de los hermanos Farrelly. Por decirlo de alguna forma, más allá de que el tema del sexo está presente, se maneja un registro sutil que las imágenes desmienten con inteligencia, generando escenas cómicas como cuando la voz en off de Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) señala que el personaje de Miranda (Cynthia Nixon) “no volverá a mirar atrás”, mientras la vemos mantener relaciones con su marido, y luego añade que quizá si lo haga algunas veces (la posición sexual, si se quiere entrar en más detalles…). Pero luego se cae en un grotesco innecesario y ridículo para la serie y la película misma, ya que King no es ningún Farrelly, y no logra que las situaciones sean graciosas.

Como suele suceder con este tipo de películas, que son un spin off de una serie televisiva, el trabajo técnico es muy televisivo. La cuestión es que el nivel es alto, pero enfatiza y subraya las emociones de un modo casi comercial: el color para resaltar la vida entre desfiles y restaurantes de primer nivel, y el brillo de las protagonistas mientras compran o se prueban vestidos (lo del personaje de Sarah Jessica Parker para Vogue ES un enorme comercial de marcas) es publicidad, de la misma manera que lo es un abrazo con un travelling en 180º para denotar la emoción del momento, mientras una protagonista se cuelga de su esposo en una forzosa reconciliación. La música es la típica de un chick-flick adolescente: pegadiza, romántica y sumamente sencilla. El sonido, sin embargo, puede lograr buenos momentos como la cadencia de percusión durante la ruptura del personaje de Carrie y Mr. Big (Chris Noth).

Por demás, la película es algo que uno ya se imagina, pero vuelve a confirmar con las imágenes y la trama: sí, está bien, King es muy liberal para hablar de sexo pero a la hora de hablar de una alternativa ante el conflicto de la vida en pareja se aburguesa. No conforme con eso, demuestra el ingreso a una espiral consumista como si fuera un parque de diversiones (apartamentos, ropa, zapatos, bolsos…etc) siempre abierto a cualquier público dispuesto. Luego la película intenta redimirse, cayendo en alguna moraleja ridícula (a esa altura), que cierra la historia, porque “lo más importante es el amor y blah, blah, blah”. En fin, tiene sus momentos entretenidos, las actuaciones no son malas, pero es un film que básicamente emocionará más a los fans de la serie que al espectador común.

5 puntos

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