No estás en la home
Funcinema

Leyenda feroz

Título original: Ídem
Origen: Argentina
Dirección: Denise Urfeig, Mariano Frigerio
Guión: Carina Piazza
Testimonios: Fernán Mirás, Cecilia Dopazo, Marcelo Piñeyro, Leonardo Sbaraglia, Imanol Arias, David Lebon, Federico D´Elía, David Masajnik, Mirna Suárez
Fotografía: Aylén López
Montaje: Karina Expósito
Música: Adrián Guzmán
Duración: 77 minutos
Año: 2024


7 puntos


NOSTALGIA POR LO QUE YA NO ES

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Tango feroz: la leyenda de Tanguito fue, posiblemente, el último -y quizás único- éxito dentro del público joven que tuvo el cine argentino, al menos en lo que corresponde a la etapa democrática. Es una película que marcó fuertemente a una generación que, en el momento del estreno, oscilaba entre los 15 (o tal vez menos) y 20 años, por lo que en muchos aspectos representó una especie de entrada informal en la adultez. También forma parte de ese panteón de películas que divide fuertemente a los críticos: unos la defienden frente a todo, otros aman odiarla. Eso explica en buena medida que Denise Urfeig y Mariano Frigerio, que ya habían hecho la interesante Carroceros (centrada en el fanatismo por Esperando la carroza), la conviertan en objeto de estudio en Leyenda feroz.

Por más que buena parte de los procedimientos utilizados en Carroceros vuelvan a dar presente en Leyenda feroz, hay algo que diferencia a los dos films, y es el foco que se hace en el público. Si en la primera tomaban un rol central, en la segunda también aparecen, pero en un lugar más secundario, en los quince minutos finales, como para redondear una cadena de razonamientos y avalar una hipótesis delineada durante casi una hora. En el tramo principal, lo que se impone es la historia de la realización de Tango feroz: la leyenda de Tanguito, que fue bastante accidentada. De hecho, esa cadena de incidencias inesperadas llevó a que lo que comenzó como un biopic bastante convencional, aunque con muchas libertades respecto a los hechos reales, deba readaptarse cuando muchos de los músicos involucrados (como Litto Nebbia, que no cedió los derechos de La balsa) no avalaran su enfoque. Así, el film sobre la vida de José Alberto Iglesias Correa pasó a ser más una excusa para una mirada entre romántica e idealizada sobre parte del mundo del rock argentino, donde casi no hay grises y los personajes se dividen entre buenos y malos sin mucha sutileza. Y eso le permitió conectar con un clima de época, sirviendo como herramienta contestataria frente al auge del capitalismo menemista.

Lo mejor de Leyenda feroz está precisamente en el retrato de esa disputa de sentido sobre lo que narra la película, sobre las tensiones que todavía afloran entre los que avalaron su mirada y los que la reprobaron por completo. Hay un acierto indudable por parte de Urfeig y Frigerio: por más que se note que aman el film de Marcelo Piñeyro y su fascinación por todos los involucrados en ese éxito inesperado (desde Fernán Mirás hasta Cecilia Dopazo, pasando por Leonardo Sbaraglia e Imanol Arias, entre otros), no pierden la oportunidad de brindarles un espacio de expresión a los detractores. Ahí es donde surge incluso el humor como herramienta de discusión, como en el caso del testimonio del crítico Quintín, que escribió un texto demoledor en el momento del estreno y que ahora vuelve a destrozar la película con calma y desparpajo.

Hay otro acierto formal, que es el diálogo, a través del montaje, entre escenas (o fragmentos del backstage) del film original y los espacios donde se rodó en la actualidad. En esos cambios operados en el paisaje urbano donde se gestó Tango feroz: la leyenda de Tanguito es donde Urfeig y Frigerio encuentran un nuevo sentido en el paso del tiempo, además de interrogarse sobre el poder de las imágenes y hasta la iconicidad que adquirieron algunas frases de la ficción. Y es lo que les permite hacer un cierre interpelando a los espectadores de ese momento, que buscan traspasar la experiencia vivida a las siguientes generaciones. Ahí es donde surge -quizás un poco involuntariamente- la duda sobre si la magia de ese momento (para los que participaron desde diferentes lugares) puede replicarse o es, finalmente irrepetible. Es decir, si solo queda la nostalgia por lo que ya no es ni puede volver a ser. En todo caso, el gran mérito de Leyenda feroz es que, aún con ciertos convencionalismos, es capaz de renovar el interés no solo por la obra en la que hace foco, sino también por el clima de época en el cual salió a la luz.


Si disfrutás los contenidos de Funcinema, nos gustaría tu colaboración con un Cafecito para sostener este espacio de periodismo independiente:
Invitame un café en cafecito.app

Comentarios

comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.