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El Hombre Gris

Título original: The Gray Man
Origen: EE.UU. / República Checa
Dirección: Anthony Russo, Joe Russo
Guión: Joe Russo, Christopher Markus, Stephen McFeely, basado en la novela de Mark Greaney
Intérpretes: Ryan Gosling, Chris Evans, Ana de Armas, Billy Bob Thornton, Jessica Henwick, Dhanush, Alfre Woodard, Regé-Jean Page, Wagner Moura, Julia Butters, Shea Whigham, Deobia Oparei, Robert Kazinsky, Daz Crawford, Callan Mulvey, Charlit Dae
Fotografía: Stephen F. Windon
Montaje: Jeff Groth, Pietro Scalia
Música: Henry Jackman
Duración: 122 minutos
Año: 2022
Plataforma: Netflix


5 puntos


TODO DEMASIADO TIBIO

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Teniendo en cuenta lo que Joe y Anthony Russo habían logrado bajo el paraguas de Marvel Studios -con puntos especialmente altos en Capitán América y el Soldado del Invierno y Avengers: Endgame-, las expectativas de cara a El Hombre Gris podían ser razonablemente óptimas. Varios elementos parecían alineados: un elenco importante (Ryan Gosling, Chris Evans, Ana de Armas, Billy Bob Thornton y varios más); un altísimo presupuesto (unos 200 millones de dólares) al servicio de todo lo que quisieran hacer, cortesía de Netflix; guionistas (Christopher Markus y Stephen McFeely) con los que ya habían trabajado previamente; y una premisa algo gastada (el asesino profesional perseguido por su propia gente), pero que mantiene su encanto. Y, sin embargo, lo que terminamos viendo es demasiado esquemático, previsible y hasta decepcionante.

El argumento, basado en la novela de Mark Greaney (quien supo trabajar como coautor de Tom Clancy), se centra en Seis (Gosling), un profesional del asesinato que forma parte de un programa secreto de la CIA denominado Sierra, que luego de una misión queda en posesión de un archivo con información tan secreta como destructiva para altos ejecutivos de la agencia. A partir de ese evento, deberá emprender una huida que lo llevará por varios países del globo, siempre perseguido por un despiadado agente del sector privado (Evans), mientras intenta averiguar quién está detrás de los actos de corrupción y rescatar a la sobrina de su antiguo mentor (Thornton). Son notorios los lazos narrativos con la literatura de Clancy, pero también con los thrillers de espías de los setenta y, en particular, con la saga Bourne. Esa amalgama de tonos y atmósferas ya había sido delineada con astucia por los Russo en sus películas del Capitán América, pero la ausencia aquí del contexto superheroico permitía suponer una profundización del realismo y la fisicidad.

Por el contrario, El Hombre Gris se siente notoriamente artificial y distante. A no confundirse: no se cuestiona que las escenas de acción propongan hazañas físicas casi imposibles para el protagonista -al fin y al cabo, es lo que en cierto modo se espera-, sino que nunca se consigue un real involucramiento del espectador. Por más que Gosling transpire la camiseta, que se sucedan con apenas breves interrupciones toda clase de peleas, tiroteos, persecuciones y explosiones, el nervio y la tensión están casi ausentes a lo largo del relato. La clave para que esto suceda se da en el diseño de los personajes: a pesar de la manifestación constante de conflictos éticos y morales, ninguno de ellos sale de los lugares comunes ya demasiado vistos. Todos los posicionamientos están tan explícitos que terminan sonando forzados y excesivamente solemnes. El único personaje que se amolda a lo lúdico y divertido que podría ofrecer todo el asunto es el villano encarnado por Evans, que está saludablemente desatado; y ni siquiera la soltura que aporta Gosling -alejándose, por suerte, de otras interpretaciones suyas mucho más impertérritas- alcanza para salvar a su protagonista.

En El Hombre Gris se nota la voluntad casi insaciable de dejar todo servido para la construcción de una franquicia que siga al personaje principal y que vaya armando un universo de conspiraciones, funcionarios malvados manejando los hilos y secuencias de alto impacto a todo galope. Y muy posiblemente ese objetivo se logre, ya que Netflix está impulsando con toda su energía el proyecto. Pero eso no quita que estamos ante un producto desabrido, casi en piloto automático, que deja en evidencia que a los Russo todavía les falta bastante para ser realizadores con una mirada propia y potente dentro del género de acción. Por ahora, aquí hay una oportunidad desperdiciada.


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