Título original: Home Sweet Home Alone
Origen: EE.UU.
Dirección: Dan Mazer
Guión: Mikey Day, Streeter Seidell, sobre la historia creada por John Hughes
Intérpretes: Archie Yates, Ellie Kemper, Rob Delaney, Timothy Simons, Ally Maki, Aisling Bea, Kenan Thompson, Pete Holmes, Katie Beth Hall, Max Ivutin, Nick Allan
Fotografía: Mitchell Amundsen
Montaje: David Rennie, Dan Zimmerman
Música: John Debney
Duración: 93 minutos
Año: 2021
Plataforma: Disney+
3 puntos
EL MULTIVERSO DE LOS MCCALLISTER
Por Mex Faliero
Ahora que los multiversos están de moda gracias a las películas de superhéroes, las franquicias del cine (el gran negocio de una industria con pánico a las ideas nuevas y la falta de pública cautivo) pueden regresar una y otra vez sin la necesidad de explicar si se trata de una secuela o de una remake. En ese plan, Mi pobre y dulce angelito es un regreso al universo de Mi pobre angelito, pero sin ser necesariamente un reboot o una secuela por más que el guion tenga una estructura similar. Lo que cuenta este film de Dan Mazer es que en el universo que habitan estos nuevos personajes los McCallister existen, como lo deja entrever un cartel que avisa sobre la empresa de seguridad que lleva el apellido de la familia del recordado Kevin, o el cameo de Devin Ratray, quien retoma su personaje del molesto Buzz McCallister, ahora convertido en agente de policía. Por lo que se ve los McCallister quedaron traumados con aquella experiencia y se dedicaron al negocio de la seguridad y la defensa de la propiedad privada.
Aquí lo que sucede -nuevamente- es que un chico algo fastidioso con su familia ve el sueño cumplido de quedarse solo mientras la parentela está de viaje. Dominio de la casa y disfrute, en una serie de situaciones que se recrean como espejo sin demasiada imaginación. Pero hay un matrimonio medio en crisis que cree que el pequeño Max se afanó un costoso muñeco que esperaban vender, por lo que deciden invadir el hogar para recuperarlo. De ahí en más quienes hayan visto las originales no solo que esperarán, sino además ansiarán, la serie de tropelías que el pequeño cometerá contra los malvados, en una sucesión que chistes de humor físico deudores de los clásicos del cartoon televisivo.
Todo esto ya lo era la original, incluso su secuela (y después hay tres películas más, sin Macaulay Culkin, que mejor olvidar), por lo que Mi pobre y dulce angelito no está fallando en el homenaje y la cita. Digamos que el film de Chris Columbus, sin ser una gran película, se ha ganado con el tiempo el estatus de último gran clásico navideño y a este reinicio, por tanto, no le queda otra que quedarse lejos de aquella efectividad cómica sostenida a fuerza de golpes, porrazos y dos villanos enormes como los que interpretaban Joe Pesci y Daniel Stern. Especialmente el primero, actor acostumbrado a otro tipo de propuestas y que entraba con calzador en una película infantil, volviéndola mucho más rugosa e incómoda de lo que son este tipo de producciones.
Si el director Dan Mazer, los guionistas Mikey Day y Streeter Seidell, y algunos integrantes del elenco como Ellie Kemper, Rob Delaney y Kenan Thompson tienen experiencia en el género, lo que no funciona aquí es cómo se somete este concepto al aire de un tiempo en el que ya los personajes malvados como aquellos quedan fuera de registro y es necesario revindicar a todo el mundo porque, creen los empresarios de Hollywood y los propaladores de proclamas de la generación de cristal, ya no hay gente así. En Mi pobre y dulce angelito solo funciona el clímax cercano al final, con los ladrones atacados de todas las maneras posibles por el pequeño Max. Pero luego viene un epílogo en el que todos se perdonan porque, bueno, fueron unos tontos. Si a la comedia recreada con poca eficacia le sumamos un final navideño en el peor sentido, estamos en el peor de lo lugares. ¡Qué vuelvan los McCallister!
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