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Funcinema

Limitaciones que abren mundos

Por Cristian Ariel Mangini

(@Masterzio84)

Imagen del Rally X, primer juego con una melodía que acompañaba el juego.

Cuando comentábamos un poco de qué se trataba el pixel art, hablábamos también de cómo una expresión nacida de los videojuegos y las limitaciones técnicas de una época terminó trascendiendo al propio medio, utilizándose por artistas como una nueva expresión del mosaiquismo pero también como un lenguaje de la nostalgia. Con aquello, de lo que hablaremos esta semana sucede algo semejante: el chiptune, que también puede conocerse como “8 bits music” o, por el nombre asociado a una marca, “Nintendo Music”. Nacido de las limitaciones del hardware, el chiptune se tornó una marca registrada de los videojuegos y se terminó manifestando como un subgénero musical de la música electrónica, además de ser homenajeado por numerosas bandas que utilizan la particularidad de sus sonidos. Es tan o aún más distinguible que el pixel art por sus sonidos pegajosos y minimalistas.

Pero, ¿qué es el chiptune específicamente? Podríamos definirlo como un estilo de música electrónica sintetizada que se desarrolla a partir de un generador de sonido programable. Su utilización en videojuegos se remonta a su origen mismo, desde el sonido elemental del Pong de Atari, y ha ido evolucionando de generación en generación de consolas. Inicialmente fue un privilegio del despliegue que podía oírse durante la Era Dorada de los arcades, situándonos en años tan prematuros como 1975. Específicamente el Gun fight de Taito contaba con una versión chiptune de la marcha funeraria de Chopin una vez perdíamos frente a nuestro oponente. La misma compañía japonesa profundizó su propuesta en 1978 con Space invaders, que le daba un entorno dinámico al juego para mantener la tensión del combate. El laberíntico Rally X, juego de carreras de Namco con cierta semejanza con el Pac Man, fue el primero en contar con una melodía que musicalizaba nuestra acción. Pero en las consolas se notaba un retraso significativo, en particular porque Atari se focalizó en el trabajo visual y relegó el sonoro.

Pero hacia el año 1980 esta situación cambiaría con dos incursiones; la primera es el chip SID de la Commodore 64, una computadora que reproducía videojuegos e implicaba un salto tecnológico respecto a cómo sonaban. Si bien apenas podía reproducir tres sonidos al mismo tiempo -y un cuarto que es más bien un glitch-, el potencial creativo que despertó podía emular a mucho de la música con sintetizadores que se hacía a comienzos de los ochentas. Su excelencia es tal que al día de hoy se sigue incursionando en producir música bajo los lineamientos de este chip. La segunda incursión fue la “síntesis por modulación de frecuencias” o FM synthesis lanzado por Yamaha para sus instrumentos. Sin embargo este sistema fue adaptado primero por los arcades y luego por sistemas como la NEC PC-8801 y la PC 9801, que contaban con acceso a realizar melodías MIDI. Naturalmente esto se trasladó luego a lo mejor de la tercera generación de consolas, que fue donde el sonido chiptune alcanzó su esplendor con clásicos inolvidables de la mano de juegos como Súper Mario Bros (1985, Nintendo), Castlevania (1987, Konami), Megaman 2 (1988, Capcom), Mother (1989, Nintendo), Final fantasy (1989, Squaresoft) o The legend of Zelda (1986, Nintendo), entre otros títulos icónicos. Incluso hay joyas menos conocidas pero celebradas como el The moon theme del mencionado Ducktales.

En los noventas el sonido chiptune va a adquirir nuevas posibilidades y mejoras, en particular al abrazar el sonido de la música electrónica a través del EDM, el house, el electro funk y el trance. Un notable homenaje lo realiza Hotline Miami (2012, Devolver Digital) con su banda sonora que toma lo mejor de los 16 bits y lo lleva a pegajosas melodías que podrían ser parte de cualquier club nocturno. Pero lo más interesante del chiptune va a empezar a oírse también en la música popular, con conjuntos que a modo de homenaje utilizan las posibilidades sonoras de esta herramienta para hacer música. Beck, The Killers, Crystal Castles, The Strokes o No Doubt son algunas de la larga lista de bandas que han utilizado este recurso explotando sus posibilidades estéticas.

En definitiva solo queda escuchar estas pequeñas joyas que sin ser a menudo parte de un videojuego nos recuerda a uno.

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