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Funcinema

Al ritmo de corredores de neón

Por Cristian Ariel Mangini

(@Masterzio84)

«Hotline Miami» despliega una violencia caricaturesca entre pasajes de música electrónica.

Pensar la banda sonora es, a menudo, pensar a un videojuego en su integridad. No solo por su capacidad de generar climas en la narración, sino porque a menudo pueden amalgamarse con la jugabilidad y acercarnos al terreno de la sinestesia. Una apuesta arriesgada que ha hecho de juegos como Rez (United Game Artists, 2001) un hito más allá de su éxito o ventas. En el 2012 un pequeño estudio independiente de Suecia llamado Dennaton Games lanzó un juego revolucionario: Hotline Miami. Su contenido críptico, el relato laberíntico y su enorme personalidad hicieron que el pequeño proyecto liderado por el programador Jonatan Soderstrom y el artista Dennis Wedin se convierta en una pieza de culto, con secuela incluida en el 2015. Pero hablábamos de banda sonora, y si bien Hotline Miami no se acerca a un terreno tan experimental como el de Rez, tiene una frescura arrolladora que se debe a opresivos pasajes de electrónica que dialogan de forma directa con la naturaleza del videojuego.

El juego transita sobre los rieles de un género que se encuentra, al igual que las aventuras gráficas, en una etapa crepuscular: el shoot ‘em up desde una perspectiva cenital no está reservado a naves que le disparan a todo lo que anda dando vuelta, sino que hay una hibridación con los juegos de acción desde comienzos de los noventas. En Hotline Miami también hay que dispararle a todo lo que hay dando vuelta y utilizar los recursos disponibles para escabullirnos en enormes complejos de habitaciones, a menudo apelando al sigilo. La velocidad, efectividad o inteligencia para resolver los objetivos serán la base de nuestra recompensa al final del escenario. Se nos pone en el lugar de un tipo que no tiene muchas alternativas: se encuentra en su departamento, recibe una llamada con un mensaje en clave y se dirige a la misión en cuestión. Allí debemos eliminar a todos los objetivos posibles, con frecuencia aprovechando las bondades o dificultades del escenario. Tiene elementos de las primeras entregas del Grand Theft Auto (DMA Design -ahora Rockstar North Limited-, 1997), pero el vértigo de un shooter tradicional y elementos de sigilo que ya podemos rastrear en el Metal Gear (1987, Konami).

La sencillez con la que se plantea Hotline Miami es engañosa: el intrincado relato juega con las apariencias para reflexionar sobre la violencia que se naturaliza en las misiones. Al situarse durante la Guerra Fría hay un universo de conspiraciones y comprender los crípticos diálogos está reservado a quienes estén dispuestos a repetir la experiencia. De hecho, el juego tiene dos finales y solo uno de ellos nos revela quién está detrás de las llamadas que disparan la narración del juego. Pero volvamos a la banda sonora porque lo cierto es que la entrega de Dennaton Games no sería Hotline Miami sin la brillante elección de la misma. El repertorio de música electrónica bombea sangre con cada paso que damos y nos empuja a través de los escenarios al ritmo de un sonido EDM retro y un synthwave abrasivo que suena tan perturbador como nostálgico. La extrañeza que provoca ese sonido ochentoso y al mismo tiempo moderno es ideal para sumergirnos en la propuesta surrealista y bizarra del imaginario del juego. Hay entre los disparos y el sonido seco cuando nos bajamos del auto un ritmo que se amalgama con la música.

Pero hablábamos de cómo la jugabilidad dialoga con la banda sonora porque a la celebración de violencia que podemos rastrear en pistas como la pulsante Hydrogen (10:10 a 14:59) de MOON o Miami Disco (45:38 a 50:09) de Perturbator prosigue un estremecedor silencio. En un despliegue de genialidad y sutileza los desarrolladores del juego suspenden la pegajosa música una vez finalizamos la misión y se nos obliga a volver sobre nuestros pasos en silencio para retirarnos en el mismo auto que llegamos. Si bien es pixel art, el despliegue de una masacre caricaturizada en los cuerpos de los mafiosos que matamos toma otra luz con el silencio. Es como si algo se apagara y de repente tomáramos conciencia del horror de nuestras acciones, es aquí donde Hotline Miami se vuelve brillante. En una secuencia surrealista uno de los personajes pregunta de forma nihilista “Do you like hurting people?” (¿Te gusta lastimar personas?), poniendo al jugador en una situación incómoda que es sin duda reflexiva y acompaña el concepto musical.

Hotline Miami tiene una de las bandas sonoras más creativas de los videojuegos basándose en un medio que parece intrínsecamente ligado a los videojuegos: la música electrónica. Sin embargo, la utilización de subgéneros que podríamos escuchar en un club o discoteca le da una dimensión inesperada que se entrelaza con la violencia. Sumergirse en los corredores de neón de un Miami ochentoso nunca fue tan extraño como divertido.

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