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Mowgli: relatos del libro de la selva

Título original: Mowgli: legend of the jungle
Origen: EE.UU. / Reino Unido
Dirección: Andy Serkis
Guión: Callie Kloves, basado en las historias de Rudyard Kipling
Intérpretes: Christian Bale, Cate Blanchett, Benedict Cumberbatch, Naomie Harris, Andy Serkis, Peter Mullan, Jack Reynor, Eddie Marsan, Tom Hollander, Matthew Rhys, Freida Pinto, Rohan Chand, Louis Ashbourne Serkis
Fotografía: Michael Seresin
Montaje: Alex Marquez, Jeremiah O´Driscoll, Mark Sanger
Música: Nitin Sawhney 
Duración: 104 minutos
Año: 2018


6 puntos


BÚSQUEDA IDENTITARIA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Filmada antes que Una razón para vivir, pero estrenada después, luego de un montón de postergaciones, Mowgli: relatos del libro de la selva confirma ciertas preocupaciones temáticas y formales de Andy Serkis como realizador –la marginalidad, el apartamiento del mundo convencional, la búsqueda por incorporarse de alguna forma, la importancia de los lazos afectivos-, pero también los desniveles narrativos que viene exhibiendo el actor a la hora de asumir el rol de director. Asimismo, lo muestra a Serkis con una saludable vocación por el riesgo, aunque eso a veces lo lleve por terrenos bastante irregulares.

Son en un punto entendibles las dudas que fueron atravesando a Warner Bros. a lo largo de todo el proceso de producción y lanzamiento de Mowgli, que no solo tuvieron que ver con el hecho de que Disney les ganó de mano estrenando antes El libro de la selva: la adaptación dirigida por Serkis es mucho más fiel a uno de los relatos originales de Rudyard Kipling, y por ende más oscura y hasta amarga en su tono. De hecho, da para pensar por qué se le dio luz verde en primera instancia, siendo un proyecto caro y que encima iba a tener notorias dificultades para encontrar su público. De ahí que no haya sonado tan extraño que el estudio le haya vendido finalmente el film a Netflix, que posee la capacidad estructural y comercial para llegar a distintas audiencias.

Es que Mowgli es esencialmente un drama, y un drama de crecimiento bastante triste, sobre un niño huérfano que es adoptado por una jauría de lobos y criado como uno más de la jauría, aunque no llega a ser parte íntegra de ese colectivo en el cual se mueve. El dilema y la mochila que carga Mowgli (Rohan Chand) es la de no pertenecer por completo a ningún lado, y por ende es identitaria: al no saber qué lugar ocupar, tampoco sabe quién es realmente. Su pasado es trágico y violento, su presente difuso, su futuro una incógnita, y todos los que los rodean lo quieren, pero al mismo tiempo no tienen certezas totales sobre qué esperar de él.

Todo ese componente dramático, alimentado por la incertidumbre personal y grupal, está afincado principalmente en la primera hora, que es por lejos la mejor de la película. Allí se construyen tensiones internas y externas –principalmente a través de ese villano siniestro que es el tigre Shere Khan (Benedict Cumberbatch)-; rituales consolidados y a la vez en crisis (la jauría yendo de cacería); vínculos marcados por la amistad, la docencia y la maternidad; y esa persistente sensación de no pertenencia, de abandono y pérdida, que derivan por ejemplo en un angustiante diálogo entre Mowgli y la pantera Bagheera (muy buen trabajo de voz e interpretativo de Christian Bale). Ahí hay que reconocerle a Serkis la habilidad para hilvanar un retrato colectivo que nunca deja de lado la mirada ingenua y un tanto perpleja de un niño desesperado por afecto y contención.

Pero si en Una razón para vivir Serkis encontraba el rumbo en la última media hora, en Mowgli le ocurre lo contrario: en su último tercio, cuando tiene que resolver los conflictos planteados entre la humanidad del protagonista y su papel en la selva, el relato trastabilla claramente. De hecho, todo el proceso de integración del factor humano en la historia –que incluye la irrupción de un cazador encarnado por Matthew Rhys- luce cuando menos apresurado y hasta evidencia problemas en el montaje, como si hubieran hecho cortes de último momento, que restan peso dramático e impacto al clímax, donde el film se vuelca definitivamente para el lado de la acción. En los últimos minutos, Mowgli: relatos del libro de la selva se pone sentenciosa y pierde sutileza, con lo que el potencial para una gran película termina extinguiéndose. Aún así, Serkis muestra tener ideas y concepciones sobre el cine como espectáculo y dispositivo narrativo que se alejan de lo cómodo. Su cine todavía está en una etapa similar a la del niño Mowgli: aún se encuentra buscando una identidad propia, un lugar en el mundo.

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