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Fausto criollo


Muy Buena


LA REESCRITURA COMO EJERCICIO VIRTUOSO

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

La reescritura, si está hecha con cuidado, inteligencia y hasta amor por el material original, puede ser un ejercicio sumamente saludable y enriquecedor. Es el caso de Fausto criollo, adaptación de Fausto, impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la representación de la Ópera, diálogo gauchesco publicado por Estanislao del Campo en 1866, que era a su vez una particular revisión del clásico romántico de Goethe.

La obra, adaptada por Mario Esteban y dirigida por Mariano Cossa, presenta un diálogo entre dos gauchos, Anastasio, el “Pollo”, y su amigo Laguna. El primero ha asistido a una representación de la famosa ópera francesa Fausto en el Teatro Colón en Buenos Aires y, fascinado por lo que presenció, le contará al segundo una historia donde se ponen en juego concepciones sobre el bien, el mal, el amor, los apetitos carnales, la posición de la mujer frente al hombre y lo que depara el destino para todos.

Desde un comienzo, Fausto criollo aprovecha la autoconsciencia narrativa que ya estaba presente en el relato de Estanislao del Campo, construyendo un espectáculo folclórico con elementos de ópera y del teatro de títeres –sin olvidar los vocalistas y músicos en escena-, que le sirven de plataforma más que apropiada para interactuar con diversas tonalidades y géneros. Hay una indudable atmósfera trágica, pero también una confluencia con lo humorístico desde la ironía gauchesca y hasta con lo infantil desde el uso de los títeres. Es así como el relato fluye con total ligereza, sin perder su romanticismo e incluso reforzándolo, con una disposición en la puesta en escena que posee diversas instancias y encuadres para el recorte que pueda tener la mirada del espectador.

Porque Fausto criollo funciona a varios niveles audiovisuales, temáticos y narrativos, hilvanando un musical que avanza sin prisa pero sin pausa, releyendo distintos imaginarios, deconstruyéndolos, pero sin entrar en falsas impostaciones, sino buscando ennoblecer determinadas tradiciones desde una reconstrucción contemporánea. El despliegue genérico y estético no entorpecen una historia donde conviven emociones en todos los rangos, sino que agregan capas de sentido a un bello espectáculo que se pasa volando.


Texto: Estanislao del Campo Títeres: Sandra Antman, Mariano Cossa, Ema Fernández Peyla, Ema Peyla, Gerardo Porión, Miguel Rur Adaptación: Mario Esteban Intérpretes: Analía Castro, Mario Esteban, Carolina Fernández, Lautaro Nolli, Lorena Rojas, Melina Salem, Jonathan Tótoro Músicos: Lucho Sellan, Damián Tepman, Nicolás Tindiglia, Walter Uranga Diseño de escenografía: Rodrigo Milanesio Diseño de luces: Leandra Rodríguez Realización de escenografía: Facundo Guerreschi, Clara Hecker Realización de títeres: Gerardo Porión Música: Mario Esteban Fotografía: Luz FIumara Utilero: Gerardo Porión Diseño gráfico: Luz FIumara Diseño de imagen: Rodrigo Milanesio Director musical: Mario Esteban Dirección general: Mariano Cossa Duración: 65 minutos Sala: Pan y Arte Teatro (Boedo 876, CABA) – Domingos a las 20:00. Hasta el 27 de agosto.

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