Damien Leone redobla la apuesta en esta secuela que profundiza en la senda más gore del terror y convierte a Art, el payaso en un personaje icónico para el género.
Jason Reitman aborda una historia real: la campaña presidencial de Gary Hart, un candidato demócrata que se tuvo que bajar por un escándalo privado. Un film con elementos atractivos, pero lejos de lo mejor del director.