Una película de terror que no es como cualquiera de los estrenos habituales del género, pero que más allá de sus particularidades no logra generar un interés real.
Este thriller de espionaje nunca sale de lo rutinario y tampoco posee la suficiente coherencia narrativa y discursiva. Lo más rescatable es el protagónico de Noomi Rapace.
Esta nueva entrega de la saga protagonizada por Kate Beckinsale, a pesar de sus intentos, no ofrece nada nuevo y se condena a sí misma a partir de sus redundancias y torpezas.
El film de Ridley Scott es un relato correcto y eficaz, pero que no puede evitar paralelismos con otras películas, quedando parado en una posición bastante frágil.