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Siempre habrá un mañana

Título original: C’è ancora domani
Origen: Italia
Dirección: Paola Cortellesi
Guión: Furio Andreotti, Giulia Calenda, Paola Cortellesi
Intérpretes: Paola Cortellesi, Valerio Mastandrea, Romana Maggiora Vergano, Emanuela Fanelli, Giorgio Colangeli, Vinicio Marchioni, Francesco Centorame, Raffaele Vannoli, Paola Tiziana Cruciani, Yonv Joseph
Fotografía: Davide Leone
Montaje: Valentina Mariani
Música: Lele Marchitelli
Duración: 118 minutos
Año: 2023


8 puntos


EMANCIPACIÓN Y LIBERTAD

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Actriz y guionista experimentada, Paola Cortellesi debutó en la dirección con esta comedia dramática que aborda temas del presente a partir de una recreación del cine clásico italiano: en Siempre habrá un mañana hay tantos elementos reconocibles del neorrealismo, como tonos propios de la commedia all’italiana, pero a la vez una mixtura que logra texturas más modernas, como la inclusión del musical para simbolizar diversos episodios o la irrupción de una música anacrónica para el tiempo donde está ambientada la historia, que es la Italia de la posguerra. Lo que demuestra Cortellesi es, en definitiva, conocimiento de aquello que representa, pero también claridad para evitar que el todo quede como un pastiche dispuesto exclusivamente para el gesto posmoderno o para soplar con el viento de época.

En Siempre habrá un mañana tenemos a una familia integrada por al patriarca Ivano (Valerio Mastandrea), una bestia que se justifica en su paso por dos guerras para violentar constantemente a su esposa; su esposa Delia (Cortellesi), una mujer abnegada que silencia y reprime la violencia que vive; el abuelo que está postrado en la habitación; y tres hijos, los dos pequeños revoltosos y Marcella (Romana Maggiora Vergano), que es el personaje que movilizará de alguna manera la trama. Porque Marcella interpelará a su madre desde la mirada de una nueva generación (que, a su pesar, parece repetir lo que le cuestiona a la generación anterior) pero, sobre todo, porque su próximo casamiento con el hijo del dueño de una importante cafetería significaría un ascenso social para su familia. Cortellesi imbrica perfectamente la vida hogareña, desde espacio interior que contiene el artificio de lo teatral, con la vida en el exterior, en una representación de ese tipo de vida más comunitaria típica de aquellos años donde las casas se comunicaban en patios interiores donde transitaba la vecindad.

Cortellesi se apropia de los elementos históricos del cine italiano a la vez que actualiza sus códigos a partir del permiso que otorga la distancia; relaciona su película con los discursos del presente acerca del patriarcado y el rol de la mujer, pero lejos de quedarse en el aplauso fácil arriesga al mixturar su película con diversas capas (la utilización de la música en un sentido irónico es uno de los grandes hallazgos), y muy especialmente por la búsqueda constante del humor. Siempre habrá un mañana puede mostrar las cosas más terribles, pero Cortellesi interpreta ese humor de viejas generaciones que tal vez desde la resignación tenían la capacidad de traducir sus miserias a través de la comedia. De eso, en definitiva, se trataba la comedia italiana de posguerra. Y si bien no conviene revelar el final, que tiene una potencia emocional notable, hay una lectura de la historia de Italia a partir de un evento fundacional. Y que imbrica perfectamente con lo que cuenta Cortellesi y cómo lo cuenta.


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