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Contra todos

Título original: Boy kills world
Origen: Alemania / Sudáfrica / EE.UU.
Dirección: Moritz Mohr
Guión: Tyler Burton Smith, Arend Remmers, basado en el corto de Remmers y Moritz Mohr
Intérpretes: Bill Skarsgård, Famke Janssen, Jessica Rothe, Michelle Dockery, Brett Gelman, Isaiah Mustafa, Yayan Ruhian, Nicholas Crovetti, Cameron Crovetti, Quinn Copeland, Sharlto Copley, Andrew Koji, H. Jon Benjamin
Fotografía: Peter Matjasko
Montaje: Lucian Barnard
Música: Ludvig Forssell
Duración: 115 minutos
Año: 2023


6 puntos


UN MUNDO INFANTIL E HÍPER VIOLENTO

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Podría decirse que Contra todos es, esencialmente, una suma de lugares comunes estéticos de las últimas décadas comprimidos en algo menos de dos horas y llevados al paroxismo, lo cual no deja en buena medida de ser cierto. Pero hay también una voluntad en el film de Moritz Mohr (basado en un corto que él mismo codirigió junto a Arend Remmers) de construir algo nuevo, un mundo propio donde toda clase de elementos se mezclan de forma explosiva y despareja, aunque ciertamente estimulante.

La premisa inicial es la típica del relato de venganza, aunque ya contenga algunos filtros particulares: un niño y su familia son víctimas de una familia de criminales que controla todos los resortes de una ciudad distópica y que para reforzar su dominio arman una especie de matanza de todos sus enemigos (posibles e inventados). Por milagro, el niño sobrevive y queda al cuidado de una mezcla de monje y maestro de artes marciales (Yayan Ruhian) que lo entrena hasta convertirlo en una máquina de guerra para, ya adulto (y con el cuerpo de Bill Skarsgård), tomarse revancha de todos los que arruinaron su vida. Hasta ahí, nada nuevo, excepto que el protagonista es mudo y que su voz interior es la misma que la de un videojuego que jugaba con su hermana fallecida. Si tomamos en cuenta que esa voz le pertenece a H. Jon Benjamin, conocido por su trabajo en la serie animada Archer -una gran parodia del mundo del espionaje-, ya podemos intuir que hay un tono irónico que va ser una parte importante de la apuesta estética de la película.

Pero el tono paródico no se quedará ahí y Contra todos -que por algo tiene como título original Boy kills world– irá acumulando nuevas capas paródicas minuto a minuto, a partir de un montaje frenético. Desde esa ambición, el relato será durante un tramo importante una comedia de acción pasada por los filtros del cómic, el animé, lo lúdico, el slapstick y los cuentos de hadas. Pero, ya bien entrada en su segunda mitad, la atmósfera del cuento de hadas le permitirá adentrarse en los territorios del drama familiar y hasta la tragedia, con giros en la trama cada vez más retorcidos. Eso convertirá al film en una montaña rusa emocional, pero también narrativa, que lo pondrá al borde de la autodestrucción, porque la manipulación del espectador, aún sostenible desde el mundo delirante en el que se sostiene, no deja de ser notoria.

Si Contra todos sobrevive a sus propias trampas es porque Mohr, aún con desniveles y fallas en la ejecución, no cede a la tentación de buena parte de los males recientes de la producción cinematográfica. Es decir, no hay un tono excesivamente canchero o sobrador; tampoco una solemnidad de trazo grueso; o un vacío de sentido. El realizador no busca decir algo sobre el mundo real, sino sobre el mundo que habita el protagonista, al cual no subestima, por más que quede claro que ese individuo musculoso y letal en sus movimientos es, en el fondo, un niño que construye para sí mismo un imaginario repleto de idealizaciones que poco a poco son puestas en crisis. Tampoco subestima lo que narra, ni los géneros o lenguajes sobre los que se para llevar adelante la historia: su relectura y reescritura no son irrespetuosas, sino, en todo caso, vertiginosas y hasta caóticas, aunque, en el fondo, coherentes.

Quizás este llamativo equilibrio dentro de la vorágine que propone Contra todos, ese no sentirse superior a sus personajes ni tampoco al público al que se dirige, sea parte de la explicación de su rotundo fracaso (en Estados Unidos quedó décima en la semana de su estreno y en la Argentina no llegó al top ten). Es que, a pesar de utilizar buena parte de los instrumentos del presente, su honestidad la deja fuera de época.


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