Por Julio Neveleff y Miguel Monforte
(especial para @funcinemamdq)
Mar del Plata cumple 150 años de su fundación y, en este marco, vale destacar la importancia del cine y sus festivales en la promoción de la ciudad y las significativas presencias artísticas y culturales, argentinas y extranjeras, que desde 1948 en adelante trajeron a nuestras playas todo su arte.
La realización del Primer Festival Cinematográfico Internacional de Mar del Plata en 1954 se atribuye a una idea del entonces subsecretario de Informaciones y Prensa, Raúl Alejandro Apold. Además de las motivaciones políticas que rodearon la muestra, la realización de un festival de cine surgió ante la necesidad de dar impulso a la industria nacional mediante un acontecimiento de fuerte impacto popular. Apold viajó a EE.UU. en 1953 para gestionar una destacada presencia de la cinematografía norteamericana, necesidad basada no sólo en su importancia como industria, sino también en la debilidad del cine argentino provocada por la escasez de material virgen para filmar y el nuevo ímpetu del cine mexicano, estratégicamente subsidiado por los norteamericanos.
Se decidió realizar el festival de cine en Mar del Plata por tratarse de una ciudad turística, siguiendo la tradición de los festivales europeos que tenían lugar en importantes centros de turismo: Cannes, Venecia, Locarno, Karlovy Vary y San Sebastián. Como antecedente cercano, en febrero de 1951 el empresario inmobiliario argentino Mauricio Litman había organizado el Primer Festival Internacional de Cine de Punta del Este, República Oriental del Uruguay, con la presencia de importantes figuras del cine mundial. Mar del Plata contaba con otro antecedente: en abril de 1948 se había realizado una muestra no competitiva de películas argentinas, organizada por el Estado bonaerense con la colaboración de la industria del cine nacional y de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina. La muestra contó con la participación de figuras representativas del cine argentino, productores, críticos y especialistas de países vecinos, Italia, Canadá e Inglaterra.
El Festival Cinematográfico Internacional de 1954, pensado inicialmente para enero, se reprogramó para marzo aprovechando que unos días antes de la fecha elegida para Mar del Plata se realizaría una muestra en San Pablo, Brasil, y se comprometió la presencia de los artistas norteamericanos que participarían en ella. La noticia de la presencia en la ciudad del general Juan Domingo Perón, no sólo por el encuentro cinematográfico sino además para un mitin en el marco de las elecciones legislativas a realizarse el 25 de abril, despertó una atención inusitada en los medios de comunicación locales, ya que la última visita del primer mandatario a Mar del Plata había sido en 1944.
La revista Antena destacaba la planificación original del evento: “Como acontece anualmente con Cannes y con Venecia, el Festival Cinematográfico Internacional de Mar del Plata se incorporará en esta forma a las fiestas más importantes de la actividad cinematográfica mundial y será punto de reunión de las más importantes figuras del cine en todos sus aspectos, ya que las estrellas, los astros y los directores de más fama se han de dar cita en la Perla del Atlántico, presente como ninguna otra ciudad para la concentración de tantos y tan altos valores de esta expresión artística”. Se destinaron los cines Opera, Ambassador y Gran Mar para la exhibición de la muestra internacional, y el San Martín para proyectar cortos y películas sin subtitular. El equipamiento del Atlantic fue acondicionado para la proyección en 3D (con el estreno mundial de Museo de cera, primera película filmada con ese sistema) y el Ocean Rex, por su parte, para el CinemaScope (con otro estreno mundial: El manto sagrado). Para los espectáculos al aire libre se montó un anfiteatro frente a la playa Las Toscas, entre la Pileta Cubierta y el Torreón, con el escenario orientado hacia el mar y con capacidad para 50.000 personas.
Las delegaciones extranjeras arribaron al Aeropuerto Internacional de Ezeiza en la semana previa al festival, y en la mañana del 8 de marzo estaba dispuesta en la estación ferroviaria de Constitución una formación dedicada en exclusividad al traslado de las delegaciones artísticas. Se inició así una tradición que habría de mantenerse en el tiempo, con el denominado Tren de las Estrellas. Un selecto conjunto de artistas argentinos ofició de anfitriones, acompañando a los extranjeros en el tren y a lo largo del desarrollo del encuentro.
En la estación ferroviaria de Mar del Plata, sobre la avenida Luro, una caravana de autos Mercedes Benz esperaba a los artistas. En esos autos y acompañados por el fervor popular, que colmó todo el trayecto de casi treinta cuadras desde la estación, los visitantes fueron trasladados hasta el Hotel Provincial. El espectáculo de una masa humana compacta, apiñada tras los cordones policiales muchas veces desbordados, impresionó a más de un invitado, que no esperaban una recepción tan fervorosa. Tras alojar a las delegaciones, se inició la recepción oficial con la presencia del Presidente de la Nación, que había llegado a la ciudad el sábado anterior. Ese mismo lunes se iniciaron las proyecciones de films y comenzaron los cócteles, cenas, asados y múltiples encuentros que fascinaron a las delegaciones, con escenarios como el Golf Club, frente a la Base Naval, el Yacht Club, el hotel Horizonte, la estancia Santa Isabel de la familia Martínez de Hoz en Chapadmalal, oportunidad que se aprovechó para que los visitantes extranjeros conocieran la Unidad Turística construida por el gobierno sobre la playa. Además, se realizaron torneos de pato y polo en las canchas ubicadas en el Parque Camet y una carrera de autos en Playa Grande. Desde lo social, el gran final estuvo dado por la cena de despedida que se realizó en el gran salón comedor del Hotel Provincial y que, según algunos testimonios, reunió a casi 900 personas. El costo del Festival ascendió a $ 4.841.000 -que incluían la condonación de una deuda de Errol Flynn, contraída en la ruleta del casino, de $ 50.000-.
En el Festival, que no fue competitivo, participaron 18 países y se exhibieron 52 largometrajes y 49 cortos. Las delegaciones extranjeras, entre actrices y actores, sus representantes, directores y funcionarios, aportaron un total de 157 personas, aunque algunas fuentes afirman que llegaron a 200. Una confusión histórica, que ha llegado hasta nuestros días, afirma que la actriz italiana Gina Lollobrigida asistió al Festival de 1954. El hecho concreto es que, a pesar de haber sido invitada, la actriz no pudo viajar por compromisos laborales, y sí lo hizo ocho meses después, el 24 de noviembre, en una visita organizada por Apold que le llevó a ella y su esposo, con el acompañamiento de Perón, en un recorrido por las obras del gobierno en Buenos Aires y Mar del Plata.
La planificada segunda edición de este encuentro no se pudo realizar por la caída al año siguiente del gobierno de Juan Perón.
…Y 65 años de su acreditación clase A.
Pero la llama del festival se había ya encendido. Los artífices del Primer Festival Internacional de Cine de Mar del Plata (1959) fueron un grupo de críticos congregados en la ACCA (Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina), gente con espíritu bohemio a los que difícilmente se podía imaginar como organizadores de un evento de semejante magnitud. Fundada en 1942, fue liderada en sus inicios por Roland (Andrés Rolando Fustiñana), Calki (Raimundo Calcagno), Carlos Ferreira, Enzo Ardigó y Roberto Tálice, entre otros, con un padrón que no superaba los 70 asociados y con una caja que no superaba los 30 pesos. Entre amigos reunieron de sus propios bolsillos lo necesario para comprar un block de papel carta vía aérea, sobres y sus correspondientes estampillas para comenzar una aventura que, a la distancia, tiene tintes épicos. “Se tomó contacto con representantes de la hotelería marplatense, con la Secretaría de Turismo y con otros organismos oficiales hasta llegar al presidente Arturo Frondizi, quien recibió a los cronistas en un día lluvioso, víspera de uno de los tantos pronunciamientos militares que padeció el estoico don Arturo. Un parto con dolor iba a dar a luz el primero y único Festival Cinematográfico Internacional del país reconocido por la FIAPF (Federación Internacional Asociada de Productores de Filmes), organizado por una entidad de críticos, absolutamente privado y sin aporte oficial”. (Fernando Ferreira)
Para contribuir con la realización del Festival, hubo aportes de caracterizados comercios, la enorme mayoría marplatenses, imbuida de los beneficios que el evento traería a la ciudad. Así, el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata cimentó su florecimiento, generando en la década de los 60 una cita ineludible a la que asistieron multitudes de espectadores y más de 2000 figuras del cine mundial, entre intérpretes, directores, guionistas, técnicos y críticos. Otros tiempos. Otro mundo. Pero, aunque todo haya cambiado, los argentinos deberíamos tomar ejemplo de aquellos soñadores que golpearon puertas hasta lograr que Mar del Plata tuviera un festival Clase A, que a principios de los años ‘70 sufrió otro golpe dictatorial y nuevamente se discontinuó. Se superaron 26 años de ausencia y el Festival regresó. Ya por su 38ª edición, atravesando crisis y pandemias, con escasa presencia de figuras del espectáculo (“Las estrellas son las películas…”, insistía el gran José Martínez Suárez) pero con públicos que llenan las salas, el desafío es mantener su continuidad.
En marzo de 2024, a 70 años de aquel comienzo histórico, la continuidad del Festival se encuentra en una nueva situación definitoria. El gobierno que encabeza Javier Milei, entre otras medidas restrictivas tomadas hacia el cine nacional, ha anunciado el desfinanciamiento del Festival de Mar del Plata por parte del INCAA, con la excusa de achicar el déficit que hoy presenta el instituto que regula el cine a nivel nacional, proponiendo buscar los fondos necesarios para llevar a cabo la edición número 39 del encuentro cinematográfico a través de sponsors. Si bien esto no significa el anuncio directo de su desaparición, también es cierto que la continuidad entra en un terreno vidrioso, lleno de especulaciones y pocas expectativas esperanzadoras. El tiempo dirá cómo se define el futuro del mayor acontecimiento cultural de índole internacional que tiene la ciudad, y uno de los más importantes del país. Perder una edición significa correr el riesgo de que algún otro país de la región pueda proponerse ante la FIAPF, Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos, para tomar la fecha en el calendario, cumplir los requisitos que esta asociación exige para ser parte del selecto grupo de festivales “clase A” que se desarrollan a nivel mundial (recordemos que el de Mar del Plata es el único con la máxima categoría en la región), y quedarnos con solo la nostalgia de un festival de cine que posicionó a nuestra ciudad dentro del ambiente audiovisual mundial durante muchísimos años.
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Miguel Monforte y Julio Neveleff son coautores, junto a Alejandra Ponce de León, del libro Historia del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Primera época: 1954 – 1970. Volumen 1: De la epopeya a la resignación (Corregidor, Buenos Aires, 2013) e Historia del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Segunda época: 1996 – 2010. Volumen 2: De los tacos altos a las zapatillas (Corregidor, Buenos Aires, 2014).
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