Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Esta nueva entrega de True detective -que por momentos es más un spinoff que dialoga con la mitología de la primera temporada- amaga inicialmente con ser una versión Clase B de la serie de antología creada por Nic Pizzolatto. No tanto por los estándares de producción, sino más que nada por una afiliación con el terror sobrenatural y las historias de fantasmas. En esa vertiente, el paisaje helado de Alaska funciona como un escenario perfecto para el misterio alrededor de la desaparición de un grupo de hombres que trabajaban en una instalación científica, que luego aparecen muertos, totalmente congelados en posiciones grotescas. A cargo de la investigación quedan Liz Danvers (Jodie Foster) y Evangeline Navarro (Kali Reis), dos detectives que supieron trabajar juntas -aunque esa sociedad terminó mal- y que deberán reunirse cuando quede claro que esas muertes se relacionan con el homicidio de una mujer ocurrido hace un tiempo. Si el arranque es definitivamente intrigante y prometedor, el relato (que esta vez no está a cargo de Pizzolatto, sino de Issa López, que escribe y dirige), a medida que se suceden los episodios, se enfrenta a dos desafíos que no logra superar. El primero es la tendencia inherente de la serie a presentar protagonistas autodestructivos y destructivos a la vez, algo que en la primera temporada estaba más justificado, pero ya mucho menos en las siguientes, donde el tono lúgubre luce mucho más forzado, casi hasta rozar la misantropía. Acá la narración parece inclinarse ligeramente hacia la autoparodia -por ejemplo, hay una escena donde Navarro le pregunta a Danvers si hay algún tipo del pueblo con el cual no se acostó-, pero luego se deja llevar nuevamente por la solemnidad y una especie de concepción donde pareciera que para ser detective uno tiene que ser una persona entre desgraciada y mala leche. El segundo -y quizás más relevante- problema es la necesidad de seguir y reivindicar una agenda del presente dominada por un supuesto feminismo que en verdad tiende más a la misandria, es decir, el odio al hombre. La historia no cae por completo en esta tendencia, porque hay por lo menos un personaje masculino (el interés romántico de Navarro) al que le permite cierta dignidad, pero lo cierto es que el resto de los hombres que aparecen son mentirosos, abusadores, asesinos, oportunistas, corruptos e hipócritas. O, a lo sumo, eternos sometidos, hasta el punto de lo patético, como Peter Prior (Finn Bennett), el ayudante de Danvers, que nunca objeta las órdenes o pedidos de su jefa, por más insólitos que sean. Esa mirada sobre los géneros se complementa con bajadas de línea sobre los abusos perpetrados por corporaciones hacia las comunidades originarias que nunca salen de lo obvio y superficial. Y termina de cerrar con una resolución del caso principal -luego de demasiados desvíos por los conflictos personales de Danvers y Navarro- que es una celebración bastante facha de la justicia por mano propia, pero enmascarada tras un discurso manipulador de igualdad de género. En el medio, el horror basado en el miedo a lo desconocido se va diluyendo, para quedarse apenas en los golpes de efecto y un regodeo en las desgracias afectivas de los distintos personajes. La sensación que queda flotando entonces es que True detective: tierra nocturna solo se dedica a desplegar distintos elementos potencialmente interesantes, pero a los que luego no puede sostener desde la puesta en escena, porque la discursividad ramplona se impone a la vocación por construir atmósferas inquietantes y un misterio verdaderamente atrayente. Da la impresión de que el formato de la serie está un poco agotado, aunque el éxito cosechado por esta cuarta parte -la más vista hasta el momento- parece indicar lo contrario.
-Los seis episodios de True detective: tierra nocturna están disponibles en HBO Max, que a partir del martes 27 de febrero pasará a llamarse Max. Ya fue confirmada una quinta temporada.
Si disfrutás los contenidos de Funcinema, nos gustaría tu colaboración con un Cafecito para sostener este espacio de periodismo independiente: