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No va más, el Diablo no juega a los dados

Título original: Idem
Origen: Argentina
Dirección: Alex Tossenberger
Guión: Alex Tossenberger, Julio Ordano
Intérpretes: Carlos Portaluppi, Carlos Kaspar, Marcos Montes
Fotografía: Mariano Cúneo
Dirección de arte: Rodrigo Lico Lorente
Música: Sergio Vainikoff
Duración: 90 minutos
Año: 2023


5 puntos


ARRINCONADOS

Por Cristian A. Mangini

(@Masterzio84)

No va más, el Diablo no juega a los dados de Alex Tossenberger es una película que proviene de un bosquejo teatral del fallecido Julio Ordano y se deja entrever en su propuesta: mínima, en un espacio asfixiante, focalizada en el diálogo y la dinámica de poder de los personajes, tiene en su economía de recursos, elementos que suelen brillar en una puesta en escena teatral. Pero también en el cine y son incontables los ejemplos, lo interesante es ver cómo comulgan estos dos lenguajes con su propia lógica interna.

La trama es sencilla: Pancho (Carlos Portaluppi) y Eduardo (Marcos Montes) secuestran a un empresario vinculado al juego interpretado por Carlos Kaspar. Desde el primer minuto contamos con esta información que se va desmenuzando de a poco y poniendo en duda a lo largo de la trama. Al coqueteo con el terror sobrenatural que sobrevuela, se suma la duda sobre víctima y victimario y la propia identidad del empresario secuestrado. Este juego de poder y apariencias termina sometiendo a los propios secuestradores, desdibujando los roles y planteando un juego del gato y el ratón basado en que tanto sabe uno del otro. El resultado es un relato que sabe sostener la tensión, pero alarga demasiado su premisa y se vuelca a la búsqueda de un subtexto, en particular al identificar a Pancho y Eduardo como a dos artistas frustrados buscando su oportunidad de tener una vida donde sean visibilizados. El problema es que en este alargue se pierde mucho de la tensión inicial y se va diluyendo el misterio en torno al personaje de Kaspar. Entre tanta inversión de roles también se van desnaturalizando las acciones de los personajes.

A pesar de su origen teatral, el film hace un uso quirúrgico de los planos que construyen la identidad de los personajes. La dinámica entre Cacho y el secuestrado no recae exclusivamente en la actuación, sino que también hay elecciones visuales que realzan el extrañamiento que nos puede provocar la imagen del personaje de Kaspar, al igual que la ambientación lúgubre donde transcurre el secuestro. Esto lo aleja de otros títulos influenciados por el teatro, donde los encuadres son más rígidos y la dinámica recae en las actuaciones y el movimiento interno de cuadro.

Irregular en su propuesta, pero con un trabajo actoral que levanta la trama que se va desdibujando, No va más, el Diablo no juega a los dados parece dos películas que no terminan de encontrarse en un relato que se alarga hasta llegar a su brusco (pero previsible) final.


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