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Durazno sangrando

Título original: Ídem
Origen: Argentina
Dirección: Claudio Santorelli
Guión: Claudio Santorelli
Intérpretes: María Nydia Ursi Duco, Claudio Santorelli, María Luisa Latini, Claudio Medina, Fabián Petroni, Yuliana Capuzzi
Fotografía: Gaston Guisado
Montaje: Max Aznarez
Música: Juan Pedro Huici
Duración: 87 minutos
Año: 2022


3 puntos


TODO REMARCADO

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Como muchos cines, el argentino también tiene algunas expresiones que, por escasez de recursos o experiencia limitada, puede desplegar unas cuantas ambiciones y a la vez parecer amateur en su concepción. Son películas donde las imperfecciones son notorias y para nada deliberadas, en las que los defectos formales y narrativos se pueden percibir desde el primer al último minuto, incluso aunque vayan de la mano de buenas intenciones. Es el caso de Durazno sangrando, ópera prima como realizador del actor Claudio Santorelli, que descarrila con decisión a poco de comenzar.

Convengamos que ya la premisa tenía sus riesgos: hay una mujer de 55 años llamada Chiqui que padece un leve retraso mental. Vive en la casa de sus padres, ya fallecidos, junto a su prima y la familia de esta, a quienes les ha prestado la casa. Por esas casualidades entre románticas y trágicas, un día conoce a un hombre en situación de calle, de quien se enamora y lleva a vivir a su casa. Esa decisión provocará diversas reacciones en sus familiares (casi ninguna buena), lo que, sumado a otros asuntos turbios, derivará en un final ciertamente letal y terrible.

Si ya el argumento obliga al film a caminar por la cornisa para no caer en el exceso, el guión está atravesado de manera constante por diálogos de trazo grueso, donde todo está subrayado y se delinean personajes carentes de ambigüedad. A eso hay que agregarle actuaciones sin expresividad o, por el contrario, totalmente desbordadas, lo que contribuye a que todo lo que ocurre sea poco creíble o directamente inverosímil. Y, al mismo tiempo, todo va de la mano de una puesta en escena mecánica y sin inventiva, que se retroalimenta con los problemas previamente mencionados.

Pero quizás lo peor de Durazno sangrando sea cómo, a medida que transcurren los minutos, va acumulando situaciones que bordean o directamente caen el miserabilismo. Santorelli se empaña en remarcar las diferencias entre los héroes trágicos de la historia y el resto de los personajes que los rodean sin ninguna clase de sutileza, configurando un mundo de buenos y malos donde todo es, finalmente, horrible e idealista a la vez. Ese conglomerado de caracterizaciones individuales y de bajada de línea seudo-social termina siendo imposible de digerir. Durazno sangrando es un film con ambiciones que sobrepasan sus capacidades y resulta un experimento que falla en toda regla.


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